Un estudio del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), con sede en Granada, ha alertado de que la sustitución en la iluminación urbana de las tradicionales bombillas de sodio por las de LED duplica la contaminación lumínica. El estudio pone de manifiesto que los niveles de contaminación lumínica, que supone un derroche energético que pone en peligro la salud humana y la de los ecosistemas, podrían doblarse en pocos años si se ignora el color de la iluminación. Y es que es verdad que puede llegar a contaminar lo mismo que las tradicionales lámparas de sodio, pero para ello es necesario bajar la potencia al menos a un 42 % y no emitir luz directa por encima de la horizontal.

Impacto internacional

Debido a las conclusiones de este estudio, los ayuntamientos canadienses de Montreal y Quebec han decidido modificar su plan de alumbrado público y reducir a un tercio la intensidad de los nuevos LED, con el compromiso de no usar iluminación que supere los 2.700 kelvin. Este centro científico ha recordado en un comunicado que la preocupación por la contaminación lumínica surgió en el ámbito astronómico por la pérdida de calidad del cielo que perjudica las observaciones y que ha provocado incluso el cierre de observatorios históricos, como el de Monte Wilson en Los Ángeles.

Necesidad de regular la contaminación lumínica

Sin embargo, en la última década han proliferado estudios que relacionan el exceso de iluminación nocturna con problemas de salud y con perjuicios en los ecosistemas que, sumados al derroche energético, muestran la importancia de regular la contaminación lumínica. En el estudio se muestra cómo el sensor más popular para trazar la evolución de la contaminación lumínica desde tierra, el SQM, podría estar dando valores iguales para una ciudad iluminada con sodio y otra con LED blanco de 3.000 kelvin cuando, en realidad, puede haber un 100 % más de contaminación lumínica en el segundo caso.