A veces pareciera que los humanos no tenemos remedio. Y lo peor es que arrastramos en nuestros delirios a todos los animales que nos rodean. Convertimos a las especies que se acercan a nosotros en lo peor de nosotros mismos. Y luego, proyectando nuestros defectos en ellos, les culpamos de cosas que son nuestra responsabilidad.

Turistas incautos

El último caso, o el penúltimo, es el de los macacos del templo Ulu Watu, en Indonesia. Este enclave es uno de los reclamos turísticos de la isla y está poblados por una nutrida comunidad de primates. Estos animales está acostumbrados a que los visitantes les lancen comida. Pero ahora han ido un paso más allá. Los macacos han aprendido el absurdo apego que los humanos tenemos por nuestros objetos y han sacado partida de ello. Los monos se abalanzan sobre los incautos turistas y les arrebatan los que pueden. Móviles, cámaras, gafas. No, no es que los animales hayan encontrado una utilidad a esos objetos. O bueno, quizá sí la sea.

Macacos inteligentes

Con la inteligencia que les caracteriza y la falta de inteligencia de la que a veces adolecemos nosotros, resulta que han entendido que estamos dispuestos a lo que sea por recuperar nuestras pertenencias. Y un buen día, a un turista se le ocurrió ofrecen comida a un macaco a cambio de su móvil. Y eso fue el principio de un reflejo condicionado que se ha extendido por la comunidad como el fuego. Inmediatamente, los científicos han llegado al lugar con sus chalecos multibolsillo y han empezado a realizar vídeos y fotos. Los relevante para los estudiosos de la Universidad de Lethbridge en Canadá y de Lieja, en Bélgica es cómo este comportamiento se ha extendido de unos animales a otros. Resulta que los macacos han sido capaces de comunicar a sus semejantes lo que ocurría. De decirles a sus congéneres “oye, si le robas cualquier cosa a esos monos pelados, ellos enseguida sacan comida para recuperarlo”. Y claro, tiempo les ha faltado para ponerlo en práctica.