Una buena noticia, que de vez en cuando, entre tantas informaciones deprimentes, no viene mal. El retroceso de la agricultura está suponiendo el avance de la vida salvaje.

Área como dos veces Gran Bretaña

Hasta el siglo XX la agricultura se expandió en todo el planeta a costa de selvas y otros espacios naturales. En 1990, los cultivos ocupaban el 38 por ciento de la superficie de la Tierra. En el proceso, desaparecieron el 27 por ciento de las selvas tropicales y el 45 de los bosques en otras zonas. Pero en el presente siglo la tendencia se estancó y en la actualidad las explotaciones agrícolas se van reduciendo. Cada dos años, un territorio del tamaño de Gran Bretaña deja de ser utilizado para cultivos. Todavía hay zonas en las que se produce deforestación a causa de la ganadería, los cultivos de soja y aceite de palma. Pero en muchas zonas, la agricultura ha dado paso a otros paisajes.

La vida salvaje se recupera

Con cierta rapidez, la naturaleza ha reclamado estos terrenos. En el noroeste de Irán, por ejemplo, los cultivos abandonados han dado lugar al hábitat de dos especies de leopardos asiáticos que llegaron a estar al borde de la extinción con una población de 40 individuos y poco a poco se recupera. Y no solo ellos. También la gacela persa ha incrementado su presencia. Una muestra paradigmática es lo ocurrido en Rusia. Una vez que las antiguas granjas colectivas fueron abandonadas, la vida salvaje ocupó su lugar. Lo que antes eran terrenos agrícolas, hoy es una reserva para aves migratorias y especies de mamíferos como el antílope de la taiga. Lo mismo ocurrió en Australia. En ese caso lo que se recuperó era un antiguo terreno de pasto de ovejas. En la actualidad es la Reserva Charles Darwin. Un edén de biodiversidad con lagos salados y un sistema de intrincados ríos donde viven más de 700 especies de plantas y 230 de animales. Es una muestra de que la naturaleza es tozuda y que con un poco de ayuda se recuperan a buena velocidad.