La obsesión humana por llegar siempre más lejos tiene una muestra perfecta en nuestra colonización del espacio. Bueno, quizá decir colonización es un poco pretencioso. Pero lo cierto es que vamos poblando las inmediaciones de la Tierra con objetos que nos permiten seguir dando pasos.

Supertelescopio

El último de ellos será el supertelescopio espacial James Webb. Lógicamente, esta carrera no es fácil. Ahora la NASA admite que tiene que posponer el lanzamiento de este artefacto más de medio años. Hasta 2019 no será lanzado, algo después de la primera fecha prevista, en octubre de 2018. Lo que es seguro es que se lanzará y se ubicará en el espacio. En concreto a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en algún punto entre nuestro planeta y el Sol. Y cuando esté allí se convertirá en una de las mejores herramientas para la exploración del Universo. Si el Hubble ya nos ha dado impactantes imágenes y nos ha permitido realizar descubrimientos primordiales, los ingenieros y astrofísicos esperan que James Webb nos ayude todavía más a desentrañar los misterios del cosmos.

La luz de las primeras estrellas

Con un espejo de 6,5 metros de diámetro, el mayo situado en el espacio, su misión principal será la de buscar y captar la luz emitida por las primeras estrellas y galaxias. Y a partir de ahí, completar los datos sobre su formación, evolución y la creación se sistemas planetarios. Un avance más en nuestra comprensión de cómo hemos llegado hasta aquí. Pero antes de eso quedan muchos retos que superar. Desde el propio lanzamiento a su posterior puesta en marcha. Cientos de elementos móviles que deberán desplegarse perfectamente. Sistemas que tendrán que soportar un brutal cambio de temperatura desde 84 grados a 230 bajo cero, en función de su exposición al Sol. Por no hablar de las oleadas de rayos infrarrojos y radiaciones que azotarán a James Webb provenientes de la estrella.