Por estas latitudes andamos preocupados con el cambio climático de una manera ideológica, por decirlo de algún modo. La verdad es que nos afecta, pero de momento no de modo directo en nuestros modos de vida. Seguimos yendo a trabajar, recogiendo a los pequeños del cole, quedando con los amigos. O yendo al médico cuando nos encontramos mal.

Puentes de hielo

No es el caso de algunas poblaciones de inuits en el Ártico. Para ellos los efectos del cambio climático está suponiendo una alteración dramática en sus medios de vida. Tal y como informa The New York Times, la pérdida de hielo que acarrea la aumento de las temperaturas está suponiendo también la pérdida de las esperanzadas de estas comunidades. Durante muchas generaciones, los inuits se han desplazado sobre el hielo ártico para ir de un sitio a otro. Para acudir al médico, a ofrecer sus productos en los mercados o adquirir bienes en ellos. Pero ahora muchos de esos puentes de hielo son demasiado frágiles para soportar el peso de sus motos de nieve. O simplemente ya no existen. Y es que el calentamiento global está siendo especialmente acusado en esta zona. Las temperaturas han ascendido al menos el doble que en otras zonas del globo. Y sus efectos son mucho más drásticos. A parte de la reducción del hielo, son más frecuentes las fuertes ventiscas que suponen un peligro si a alguno de ellos les sorprende en medio del camino.

Camino a la locura

Esto hace que los inuits se sientan ahora prisioneros en sus aldeas. Que dependan de medios áreas en muchas ocasiones para conseguir suministros. Son todos estos los elementos los que están haciendo, según los científicos, que la salud mental de los inuits se resienta. La falta de expectativas, de comunicaciones exteriores y la poca esperanza en que el asunto cambie o mejores, está suponiendo un fuerte estrés para individuos poco habituados a él. Cada vez se registran más casos de depresión, ansiedad y otro tipo de patologías mentales entre los prisioneros inuits.