Vivimos abrumados por problemas que creemos que nos sobrepasan. El cambio climático global, la deforestación, el deshielo de los polos, las grandes catástrofes naturales. Nos bloqueamos y reducimos nuestro activismo a quejarnos en tuits y post de Facebook. Pero es falso. Siempre podemos hacer algo. Incluso plantar un bosque.

Un bosque convertido en desierto

Jadav Payeng es un ciudadano indio de la región bañada por el río Majuli. Payeng ha sido testigo del cambio de la zona. Desde el vergel en el que se perdía cuando era un niño al área desértica que era en su edad adulta. La tala intensiva de árboles y los efectos del calentamiento global habían acabado con la vegetación de la zona. Afortunadamente, Payeng no tiene perfiles en redes sociales. Así que lo que hizo fue ponerse manos a la obra. Poco a poco. Con la cadencia de una gota malaya. Cada día se acercaba a la tierra yerma y plantaba un árbol.

Un árbol cada día

En 1979 plantó su primer retoño en la arena desértica de la ribera del río Majuli. Y así ha seguido prácticamente cada día desde hace 37 años. Cada vez que Payeng sale a pasear un árbol más crece en lo que antes era desierto. En todo ese tiempo la zona se ha convertido en una auténtico bosque. Un área de una superficie mayor que el Central Park neoyorkino. 550 hectáreas de zona natural en la que a la sombra de los árboles han crecido otras especies de plantas. Y, lógicamente, no solo ha crecido la vegetación. Porque muchos de los animales que habían sido desplazados al perder su hábitat han vuelto. Desde pequeñas aves a grandes mamíferos como tigres, rinocerontes asiáticos o ciervos. La increíble y motivadora historia de Payeng fue reflejada en la película Forest Man que ganó el premio al mejor documental en el festival de Cannes. [embedyt] http://www.youtube.com/watch?v=Rb84qGrBACE[/embedyt]