Cuatro millones de españoles tienen perro, según datos de 2015. Pues bien, ya no podrán, tras la ratificación que hizo ayer el Congreso de los Diputados español del Convenio Europeo de Protección de Animales de Compañía (creado en 1987, esto es, la ratificación llega treinta años después), mutilarles los rabos, las orejas o alguna parte de su cuerpo. Ya no podrán hacer eso que se llama una caudectomía. Y sin reservas, como esperaban dos partidos políticos, PP y PNV, que querían excepciones a la norma para permitir la mutilación en determinadas razas de caza, argumentando que sus dueños debían poder agarrar a los canes por el rabo en caso de que éstos se enzarzasen en el campo o por madrigueras, y que algunos perros fuertes pierden el control sobre sus rabos, y pueden dañar a sus dueños, lo que se conoce, dicen, como el “efecto látigo”. También se ha hablado de higiene para justificar la medida, para evitar que las heces persistan en el pelo de perros muy peludos. Con todo, estas operaciones, puntualizan también sus partidarios, solo se podrían realizar bajo control veterinario y con anestesia. Durante mucho tiempo no ha sido extraño que se les cortase la cola a razas como los Cocker, Fox Terrier, Pastor Inglés y Boxer, en general en sus primeros meses de vida. Y eso que no han faltado voces contrarias al procedimiento, porque, por ejemplo, la cola es la prolongación de la columna vertebral, y los cortes a menudo se han hecho sin asesoramiento clínico, lo que ha supuesto dolor para las crías de perro.