Se estrena el remake de It, basado en la célebre novela de terror de Stephen King que también tuvo recorrido como serie y película. Y con ella, vuelve el miedo a los payasos asesinos, una moda que se extendió en los últimos meses en Estados Unidos, el movimiento conocido como creepy clowns, que se saldó con el arrestó en 2016 de más de una docena de personas, que, en torno a la fecha de Halloween, se dedicaba a asustar a la gente disfrazada de payaso.

Puede que haya mucho de la evocación del universo It en esta espeluznante y delictiva tendencia. Pero el terror a los payasos está, además, calificado como fobia, y a menudo ésta se detecta ya en la infancia.

Y es persistente, puede durar hasta entrada la madurez, y en niños que no saben nada de clásicos de la literatura o el cine de terror.

A los niños también les dan miedo los payasos

Aunque ya la mera antipatía por los payasos está extendida, un estudio realizado por la Universidad de Sheffield en 2008, entre 250 niños de 4 a 16 años de edad, que tenía como objetivo mejorar la decoración infantil de un hospital (para la que se barajaba la opción de poner payasos), concluyó que todos los grupos de edad sentían antipatía por los payasos. Aunque otra cosa es desarrollar toda una fobia. Que sí, existe. Y tiene nombre propio: coulrofobia. Como todo miedo de esta naturaleza, puede provocar distintos grados de intensidad en las sensaciones que provoca. Éstas pueden ser leves, como por ejemplo experimentar, al ver a un payaso, cierta sensación de inquietud o hasta ansiedad. Pero también puede causar auténticos ataques de pánico.

Una risa permanente y fuera de contexto

¿Y por qué se producen estas reacciones? Según la comunidad científica, porque provocan lo que se conoce como ‘disonancia cognitiva’, una locución acuñada por Freud para referirse a la reacción de desconfianza de nuestro cerebro al detectar algo que lo desconcierta. Y es que estamos evolutivamente diseñados para desconfiar si no tenemos claro a qué nos exponemos, y en el caso de los payasos, a priori no nos queda claro qué intenciones esconden bajo su maquillaje estridente y la risa desproporcionada.

Ver esa risa permanente, fuera de contexto y a menudo fea, y con esa apariencia tan llamativa a la ver que intrigante, puede provocarnos rechazo.

De hecho, la sonrisa es lo más espeluznante de todo. Tal como explicó el psiquiatra Steven Schlozman, nuestra mente interpreta que las sonrisas, en general, son positivas. Pero es consciente de que no se puede sonreír todo el tiempo, y esto puede convertir la sonrisa del payaso en terrorífica si no varía ni va asociada a un entorno cómico.