Parecía la mejor y más brutal campaña de promoción de la historia. Esta semana, ciudades inglesas como Londres y Manchester amanecieron con los cielos completamente naranjas. Un color ardiente y sorprendente. El tipo de cielo cinematográfico que relacionamos con films como Blade Runner, cuya segunda parte justamente se estrena estos días.

Cielo de 'Blade Runner'

Lógicamente no era ese el motivo. Los cielos británicos habían cambiado su tradicional traje gris por otro más colorido como consecuencia de unos de esos procesos globales interrelacionados. O mejor dicho, por la combinación de dos de ellos. El primero fue el huracán Ophelia que comenzó a desarrollarse frente a las costas de África del este. Los fuertes vientos y la convección levantaron arena del desierto del Sáhara y la elevó a grandes alturas en la atmósfera.

Polvo y cenizas

En su traslación de sur a norte, el huracán transportó toneladas de arena que filtraron los rayos del Sol. Aunque a su llegada a las islas británicas, el huracán estaba ya muy debilitado, convertido en tormenta, todavía mantenía el polvo sahariano en suspensión que tiñó los cielos. Al menos en parte. Porque el fenómeno tenía otro motivo. Los pavorosos incendios forestales que han asolado los montes, y algunas ciudades, del norte de España y Portugal. En este caso se trató de las cenizas las que fueron transportadas por los mismos vientos huracanados procedentes de las islas Azores. Arena y cenizas arrastrados por fuertes vientos e instalados en las capas altas de la troposfera, la región más cercana a la Tierra de la atmósfera. Estos elementos fueron los que le dieron al cielo inglés un aspecto de distopia fílmica. Y constituyó todo un acontecimiento con el que los británicos llenaron las redes sociales a través del hashtag #redsun. El cambio de color solo duró una horas. Con la noche y al amanecer siguiente, los cielos de las islas volvieron a lucir en sus tonos lánguidos habituales. Aunque los expertos advierten que, con la subida de las temperaturas en el Atlántico aumentará la frecuencia de formación de huracanes en la zona. Y con ellos volverán los cielos naranjas.