A estas alturas pocos dudan ya de que una de las grandes amenazas para los hábitats oceánicos es la polución por plásticos. Pero no solo lo que imaginas cuando se habla de este aspecto. Esas bolsas que las torturas y cetáceos confunden con ballenas, van a parar a sus estómagos y matan al animal. Una amenaza aún mayor son los microplásticos en suspensión.

Larváceos culpables

Se trata de pequeñas perlas de este material. Presentes en grandes cantidades de elementos cotidianos como detergentes o productos cosméticos, los microplásticos están alterando gravemente los ecosistemas marinos. Y ahora se ha descubierto cómo son transportados desde la superficie hasta los fondos marinos. Los responsables son unos pequeños y extraños seres acuáticos. Los larváceos. Estos animales, de apenas milímetros de tamaño, están contribuyendo a agravar el problema. Involuntariamente, claro. Lo que está sucediendo es que los larváceos se alimentan de partículas que flotan el su entorno filtrando el agua de mar. De este modo ingieren los microplásticos.

Transporte a más profundidad

Después viajan hasta zonas más profundas donde los sueltan, bien en sus defecaciones, bien a través de la mucosa que secretan, que en ocasiones puede tener decenas de veces el tamaño del larváceo. Parece que esta es la dinámica que está detrás de la expansión de este material. Los científicos han encontrando concentraciones de microplásticos a profundidad media mucho mayores de las esperadas. Esto hace que la contaminación por este material afecte a muchas más especies marinas. Ya no solo a las que viven en la superficie, cerca de la luz, sino también a las que habitan en zonas mucho más profundas, donde, en principio estarían menos expuestos a este tipo de polución. Y para terminar el ciclo, la expansión de este tipo de plástico repercute también en los propios seres humanos. A través del consumo de pescado, pasa a nuestro organismo. Aunque realmente, de todo el proceso somos nosotros más culpables que los pequeños larváceos.