No hay nada peor que una noticia importante que pase inadvertida. Y eso sucede cuando la noticia se repite hasta el hartazgo. Cambian algunas palabras y un poco la situación, pero el mensajes siempre el mismo. ¿puede estar ocurriendo eso con el cambio climático?

El interés continua

Los medios hemos de entonar el mea culpa. Informamos mucho sobre el cambio climático. Y casi siempre de forma similar. Cabe la posibilidad de que esa actitud esté convirtiendo el asunto en algo aburrido. Que cada vez que un lector ve “cambio climático” ya se componga en su cabeza de qué va el texto y decida directamente ignorarlo. Erik Solheim, director del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (UNEP) advertía contra este fenómeno hace unos días. Para Solheim la gente sigue interesa en todo lo que tiene que ver con el clima y sobre todo en las implicaciones más directas. La prueba es que “huracán Irma” fue una de las búsquedas más frecuentes el año pasado.

Lenguaje técnico

Pero sí hay evidencias de que la gente se está cansado de la reiteración y del lenguaje técnico. “El lenguaje de los ambientalistas se está volviendo cada vez más aburrido y muy poco inspirador. Si seguimos hablando con términos técnicos, con abreviaturas y un lenguaje políticamente correcto, nadie nos escuchará”, advertía Solheim. Parte del problema ha venido derivado de la necesidad de dar una pátina científica al fenómeno. Para evitar las críticas de los negacionistas se ha recurrido a una gran cantidad de datos y de descripciones de procesos físicos que quedan muy lejanos para le gran público. No se ha conseguido convencer a los que no quieren ser convencidos, pero sí se ha despegado el mensaje de la gente. “No podemos pretender que la gente actúe si les aburrimos. Necesitamos excitar a los ciudadanos, inspirarles, motivarles para que actúen y cambien su manera de actuar”, concluyó Solheim.