Los científicos son grandes personas. Nos salvan y anticipan el futuro. Qué haríamos sin ellos. Pero tienen algunos defectos. No les gusta la tele. Están tan enfrascados en sus investigaciones que permanecen ajenos a la ola de series que nos arrasa. Por ejemplo, es seguro que no han visto la inquietante serie británica Black Mirror.

RoboBees

Porque si no, no se entiende que sigan con el racarraca de los drones insectos. Que vale que nos estamos cargando a estos pequeños y necesarios animales y que algo habrá que hacer para sustituirlos. ¿Investigar para salvarlos? Nah, los tiempos modernos dictan que creemos máquinas para reemplazarlos. Así que nada menos que en la Universidad de Harvard parecen estar ultimando unos que realmente funcionan. Unos diminutos drones que harán las funciones de los insectos polinizadores. Son científicos, pidámosles dispositivos tecnológicos imposibles, pero no que trabajen un poco más el nombre: RoboBees los llaman.

Programados como cerebros

El caso es que estos drones tienen una envergadura de tres centímetros y pesan 80 miligramos. Una vez desarrollado el hardware llega el momento del software, de la programación para que cumplan su cometido. Y en ello están en la Universidad de Cornell. En este apartado llega una nueva novedad. No se están programando en el clásico sistema binario. Su funcionamiento depende de impulso eléctricos. Algo más parecido a cómo se comunican las neuronas dentro del cerebro. La idea es que los drone sean capaces de “reaccionar” a acontecimientos que sucedan en su actividad diaria. Que no dependan de ajustes continuos del programa. Aunque la verdad, bien pensando, cabe la posibilidad de que los científicos sí vean series. Si conozcan ese capítulo de Black Mirror. Cabe la posibilidad de que la polinización sea solo un primer paso o una excusa. Quién se fía de los científicos.