Podemos empezar la cuenta atrás en este preciso instante. De hecho, sería buena idea instalar relojes enormes que fueran contando el tiempo a la inversa en todas las plazas de las principales ciudades del mundo. Desde este momento, tenemos exactamente 20 años para conseguir emitir cero gases y partículas de efecto invernadero. Una hora más tarde y el cambio climático será irreversible y acelerado.

Retroalimentación positiva

Puede ser una nueva señal de alarma científica, pero el caso es que cuantificarlo de esta manera ayuda a ponernos sobre aviso. El estudio se ha publicado en la revista Nature, para que nadie arguya aquello del desconocimiento. En realidad nos dan un poco más de tiempo. Muy poco más. El caso es que bastante antes de 2020, las emisiones a la atmósfera de gases como el CO2 que provocan el cambio climático debe ser cero. Porque si no ya será tarde. Se desencadenará lo que los científicos denominan retroalimentación positiva. De positiva tiene más bien poco, sobre todo para nosotros, pero lo que quiere decir es que el alza de las temperaturas derrite el hielo de los polos. El hielo de los polos, blanco, ayuda a reflejar la luz del sol, lo que refresca la atmósfera. La tierra y el mar que aparece cuando el hielo se derrite, al ser más oscuros, tienen el efecto contrario. Es decir, cuando más se calienta la Tierra, más se acelera el proceso de calentamiento global.

Simulador de cambio climático

Para llegar a esa conclusión y ponerle fecha, los científicos ha utilizado un simulador llamado FeliX. El amigo FeliX es una potente computadora que analiza miles de datos, millones. No solo el efecto del deshielo ya descrito. También el aumento de emisiones que se deduce del incremento de la población. De la adaptación de economías en desarrollo a los estándares de vida occidentales. Y el efecto de la ganadería para alimentar a esas personas. Y la deforestación que será necesaria. La supercomputadora mete esos factores y bastante más en su coctelera y arroja una mezcla explosiva. Esa con la que seguimos alimentando nuestra atmósfera y taponando nuestros oídos. Si, por alguna extraña razón más parecida a un milagro, conseguimos reducir a cero las emisiones en 2040, es posible que después nos podamos permitir emitir un poquito de CO2. Porque los mares y los bosques se encargarán de hacer descender los niveles rápidamente. Y al bajar las temperaturas habrá más hielo reflectante. Pero a día de hoy y con lo que sabemos, eso suena a cuento para niños.