Ahora que septiembre está aquí, vuelve la subcategoría más alocada dentro del mundo de la convivencia: la del piso de estudiantes. No descarto la idea de que un piso de estudiantes forme un ecosistema propio con unas reglas que probablemente se salten la lógica y, eso seguro, la decencia en muchos casos. Cuando sales de casa de tus padres crees que estás preparado para lo que sea y sabiendo enfrentarte al mundo, pero NO. PREPÁRATE, LLEGA LO BUENO. Si este va ser tu primer año en un piso de estudiantes, tengo cosas que explicarte. Si ya eres veterano en este mundo, te traigo una lista de cosas con las que te sentirás identificada/o.

1. Los compañeros de piso pueden ser una bendición o tu peor pesadilla.

Primero de todo, reconozcamos que todos somos raros a nuestra manera y eso puede resultar odioso a otras personas. La convivencia consiste en ser consciente de que existe ese toque odioso en tus compañeros y comértelo con patatas todos los días.   via GIPHY La gracia es encontrar a compañeros de piso que no sean solo su toque odioso, sino que también tengan cosas buenas. Básicamente, consiste en compensar. Buscar un buen compañero de piso es saber qué te compensa. Tal vez sabes que tardará media hora en la ducha y gastará toda el agua caliente, pero si luego cocina habitualmente para compartir contigo… Pues vaya, las penas con el estómago lleno son menos penas.

2. Mercadona, GRACIAS por existir

Dato nº1: En un piso de estudiantes te tienes que cocinar tú. Dato nº2: Comes todos los días. Estos dos hechos implican una visita semanal obligatoria al supermercado. Personalmente, para mí el mejor es Mercadona. Me ha salvado el culo día tras día y mi dieta es fantástica gracias a él. Hablemos del humus: Si no sabes qué es el humus, no sabes qué te pierdes; y el Mercadona tiene uno fantástico. Hablemos de las croquetas. LAS CROQUETAS POR DIOS BENDITO. Larga vida a esas croquetas. ¿Y las bolsas de lechuga? ¡Gracias por existir! Oh, bendito Mercadona, con tu salsa de tomate exquisita y tu gel olor a caramelo, gracias por estar en mi vida.   via GIPHY

3. Sí, ESO hay que limpiarlo

De repente, como mágicamente, aparece una mugre que desconocías. Tal vez que no estén tus padres limpiando tiene algo que ver. La cosa es que descubres que la suciedad existe a niveles inimaginables y que hay que limpiarla. Es probable que ni siquiera sepas cómo. Una palabra: Lejía (y agua caliente, no seas bruta/o). No hablemos de cuando encuentras un bicho raro. Una vez salió de la basura una tijereta y hasta lloré. via GIPHY Total, que toca limpiar y, peor aún, toca ponerse de acuerdo con tus compañeros de piso para limpiar. ¿Un consejo? Que sea una fiesta. Una buena lista de Spotify (como esta) que te infle de energía y al lío. Pero limpia: de verdad te arrepentirás de ser un/a guarro/a.

4. La vida adulta te pilla.

De repente, has salido del nido. Das un salto grande y te conviertes en un poco más adulto. Aprendes cómo son las facturas de la luz y a vincular transferencias. Vives con el dinero justo y hasta intentas ahorrar. Aparecen responsabilidades nuevas y, muy probablemente, muchas cosas te pillan por sorpresa. Tienes un poquito más de peso sobre tus hombros, pero vale la pena.
Volverse adulto es inevitable pero la vida de estudiante te permite entrar en la madurez lenta y cómodamente. Aún puedes contar con tus padres pero puedes empezar a descubrir qué es la independencia. Es una experiencia enriquecedora y muy bonita.
via GIPHY Así que si sois estudiantes pararos un momento en la rutina para apreciar la suerte que tenéis. Vuestros padres pueden permitirse teneros fuera de casa, algo que no debemos olvidar agradecer, y tenéis la oportunidad de descubrir la vida desde un punto de vista especial. Y sí, a veces mataríamos a nuestros compañeros de piso gratis, queremos llorar cuando se nos quema la comida y puede ser difícil. Pero no muy en el fondo es fantástico.     Imagen principal: Creative Commons 2.0 en Flickr