En una chincheta cabría todo el cobre que poseemos en el cuerpo. pero este mineral, sin ser tan popular como el hierro, el zinc o el calcio, es tan importante como los demás para que el organismo funcione bien. Lo podemos encontrar en las legumbres, las verduras de hoja verde o el chocolate. Además, es fundamental para mantener la higiene en los hospitales y centros de salud -tiene la propiedad natural de matar bacterias-, para dar movilidad a los coches o para facilitar el suministro de energías renovables. Fue imprescindible para construir la Estatua de la Libertad o el Partenón de Roma, y, después de presentarse como tendencia del diseño mundial en el 54º Salón Internacional del Mueble de Milán, está también cada vez más presente en la decoración de interiores, creando un ambiente neoyorkino y cálido, combinando con el cuero, la arcilla o el hormigón, y especialmente valorado por ser reciclable y sostenible. Que se lo digan a Álvaro Catalán de Ocón, uno de los diseñadores españoles más internacionalizados, que ha manejado el cobre en proyectos lumínicos como su emblemática lámpara La Flaca, sus candiles o su Rayuela. Todos ellos, basados en el espíritu humanista de este artesano del siglo XXI que obvia lo superfluo y acentúa lo imprescindible, y se recorre el planeta en busca de los mejores diseños y materiales. Con él, y con la diseñadora Ruth Uve y el saxofonista Ariel Brínguez (porque todos los instrumentos de viento tienen aleaciones del cobre en su ADN), ha colaborado el Instituto Europeo del Cobre para divulgar las propiedades de este material, tan oculto en tuberías o cables, pero tan presente en nuestro entorno. El año pasado se reutilizaron en Europa 2,1 millones de toneladas de cobre provenientes de aparatos electrónicos y residuos de plantas de tratamiento. El cobre que se obtiene del reciclaje mantiene las mismas propiedades que el que se extrae de las minas.  El reciclaje de cobre requiere para su elaboración un 85% de energía menos que el que se produce por primera vez.

El uso del cobre ha crecido en un 250% en 60 años

Con una demanda que ha crecido exponencialmente (más del 250% desde los años 60), sobre todo debido a los requerimientos de las nuevas compañías tecnológicas, el uso del cobre reciclado se convierte en un factor clave para minimizar el impacto medioambiental de su producción. El reciclaje de cobre a nivel mundial supone un ahorro considerable de recursos y de emisiones de CO2 a la atmósfera: para la obtención de cobre reciclado se requiere un 85% menos de energía eléctrica (100 millones de MWh) que para su producción por primera vez y además se evita la emisión de 40 millones de toneladas anuales de CO2 a la atmósfera. Asimismo, el cobre reciclado tiene una característica diferencial de otros materiales que han pasado por el proceso de reciclaje: conserva todas sus propiedades intactas, con lo cual puede ser utilizado para cualquiera de las múltiples aplicaciones que tiene este material, desde formar parte de las baterías de los móviles a servir para las conducciones de agua o de electricidad de los hogares.