Todas las disciplinas pero especialmente los médicos, se esconden detrás de un velo de sabiduría. Una logia de iniciados que hablan con extraños términos. Tan complicados que nos es difícil incluso leerlos. O extrañamente familiares, de manera que nos componemos imágenes, siempre macabras. Como en el caso de la autofagia.

Premio Nobel a la autofagia

La palabra ha saltado a las primeras de todas las webs del mundo tras la concesión del Nobel de Medicina al científico japonés Yoshinori Ohsumi. Junto a sus compañeros del Instituto de Tecnología de Tokio descubrieron el núcleo de genes implicados en la autofagia.

Pero qué es

La autofagia es el mecanismo por el que la célula se come a sí misma. El nombre no deja lugar a dudas. En condiciones extremas, las células pueden modificar ciertas partes de su estructura para que sean capaces de digerir el contenido de la propia célula. Suena raro, sí. Pero es una de las claves de la superviviencia celular. De la capacidad de adaptación de la unidad de vida más pequeña que nos forma. Eso en el caso de la levaduras, donde la autofagia se desencadena en condiciones extremas. Sin embargo, en el caso de los mamíferos, la autofagia forma parte del crecimiento celular. Y más allá, la autofagia también se ha relacionado con la muerte celular. Es lo que identifica este proceso fisiológico con la respuesta inmune. Pero también con enfermedades como el cáncer o el párkinson.

Más de 20 años investigando

Desde los años 90, Ohsumi fue identificando el fenómeno paso a paso. Seleccionado cuidadosamente los genes que desencadenaban el proceso. Trabajando “como panaderos” a partir de levaduras del pan. El trabajo ahora reconocido y compartido por científicos de todo el mundo. “Los descubrimientos de Ohsumi son el nuevo paradigma en nuestra compresión de los procesos celulares y cómo recicla su contenido”, expresa la academia sueca en su comunicado de concesión del premio.