Puede parecer cómico, pero la gran aportación de Internet y las redes sociales a la lingüística van a ser los emojis. Esos dibujitos iconográficos que en las conversaciones a través de medios digitales, están sustituyendo al tono, a la ironía o la broma. Y, en muchas ocasiones, directamente a las palabras.

Traductor de emojis en Londres

Lo que sucede es que con frecuencia hay problemas para que emisor y receptor identifiquen el sentido. Que poner dos flamencas o una berenjena puede no significar los mismo para uno que para otro. Y eso pude dar lugar a engorrosas confusiones. Por eso, una agencia de traducciones británica anda a la búsqueda de un traductor de emoji-inglés, inglés-emoji. Today Translations quiere incorporar a alguien muy puesto en el uso de este nuevo lenguaje. Una persona capaz de conectar con el público de cualquier compañía a base de caritas sonrientes o manos juntas. Además, debe estar al día de las tendencias en emojis. Aquellos nuevos que surgen y el sentido diferente que pueden adquirir mediante el uso.

Algo más que Whatsapp

Pero no vale para el puesto cualquier adolescente descerebrado. Today Translations requiere de los candidatos una formación académica que vaya más allá de hablar seis horas diarias por Whatsapp. Un título en traducción y tres años de experiencia. Y otro título en Lingüística, Ciencias Sociales, Antropología o similar. Bajo esta demanda subyace la necesidad de las empresas para acercare a su público. Ya han conseguido llegar a sus entornos, básicamente las redes sociales. Pero todavía se enfrentan al lenguaje, a la forma de hablar y de expresarse. También, la necesidad de ser consciente de que el uso de los emojis está globalmente extendido. Pero el mismo icono puede tener sentidos muy diferentes en Europa que en Asia o América. Estas cuestiones han generado importantes fallos en la comunicación corporativa. Errores en tuits o estados de Facebook que rápidamente se convierten en trending topic y suponen importantes crisis de reputación corporativa. Meteduras de pata que los clientes, sobre todo los más jóvenes, no perdonan.