Ocurrió entre los pasados 7 y 11 de mayo. Era la gesta utópica de Portugal: el país entero estuvo funcionando durante 107 horas consecutivas exclusivamente con energías no fósiles, según datos de la Asociación Portuguesa de Energías Renovables (APREN). Motores eólicos, paneles solares, fuentes de biomasa y geotérmicas e hidráulicas, sumaron fuerzas para surtir energía a un país que ha apostado con fuerza por las energías limpias en los últimos años, con un Plan Nacional de Acción para las Energías Renovables independiente del signo ideológico de los distintos gobiernos que se han sucedido, donde se han alternado socialistas y conservadores. Así, desde 2004 el país luso ha visto crecer la energía eólica en un 31%, y la solar, en un 20%, y en torno al 40% de su matriz energética procede de la fuentes no fósiles, según los datos de APREN. Y su objetivo es, para 2020, tener un 60% de renovables en el balance final. Eso sí, la factura de la luz de sus ciudadanos es la más cara de la Unión Europea, solo por detrás de Alemania, aunque en buena medida se debe a la carga de impuestos. Con estos cuatro días al margen de la energía carbonizante, Portugal ha batido un récord, ha sido el primer país desarrollado de la historia en explotar hasta tal punto sus energías renovables. Las lluvias y el viento registrados en el territorio en las últimas semanas, especialmente en la zona superior a Coimbra y Aveiro, favorecieron la experiencia, que perseguía demostrar que las renovables son un activo viable para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y combatir así el calentamiento global.