Decían los Stones, con su clarividencia etílica, que no siempre puedes conseguir lo que quieres. Pero que si lo intentas, a veces, puedes obtener lo que necesitas. Es una buena frase para explicar lo ocurrido estos días con el santuario para cetáceos en el Atlántico Sur y la reserva marina antártica del Mar de Ross.

1,55 millones de kilómetros cuadrados

El santuario de cetáceos, ya explicamos, no pudo ser. Pero la pasada semana delegados de 24 países y de la Unión Europea acordaron la creación de la reserva marina más grande del mundo en el Mar de Ross, según informó BBC. Durante los próximos 35 años, 1,55 millones de kilómetros cuadrados del Círculo Antártico estarán protegidos de la caza y la pesca. La decisión se tomó en una reunión celebrada en Hobart, Australia, por la Comisión para la Conservación de la Vida Marina y los Recursos de la Antártida (CCAMLR son sus siglas en inglés). Además, se trató de una decisión unánime.

Donde nace la vida

Aunque el Mar de Ross representa solo el 2% del Círculo Antártico, alberga una gran cantidad de vida. El 38% de la población de pingüinos de Adelia, el 30% de los petreles y un 6% de las ballenas enanas de todo el mundo. Pero la importancia de este mar reside sobre todo en los escalones más bajos de la cadena trófica. En sus aguas se generan gran cantidad de nutrientes que son transportados por las corrientes oceánicas. Estos mismos nutrientes atraen a grandes bancos de krill, alimento de ballenas y focas.

Debate por el tiempo

Esta protección no solo afecta a los animales. También protege elementos geológicos del área. La propuesta fue formulada por Nueva Zelanda y Estados Unidos y aceptada por las demás naciones. China y Rusia han sido las últimas naciones en sumarse. Las discusiones se alargaron por los debates sobre la duración de esta protección. Algunas naciones consideraban suficiente 20 años frente a las que querían extender la protección, que finalmente se ha establecido en 35 años.