Es ya un lugar común. Ese que insiste en que los chimpancés y los humanos comparten el 99% de su ADN. El que dice que, en realidad, somos muy parecidos. Pero basta un vistazo para darse cuentas de las abismales diferencias entre una especie y otra. No solo en el aspecto, sino, sobre todo, en el comportamiento. Por ejemplo, ¿por qué los chimpancés no hablan?

Una laringe que sí puede producir palabras

En principio puede pensarse que su incapacidad para producir sonidos conexos se debe a una cuestión orgánica, mecánica. Carecen de una estructura laríngea, con cuerdas vocales, caja de resonancia y todo eso, que les permita comunicarse con palabras. Pero una reciente investigación de la Universidad de Princeton establece otras sorprendentes conclusiones. Estos primates están perfectamente capacitados orgánicamente para hablar. Para llegar a esta conclusión analizaron la morfología de varios primates a través de rayos X. Así, grabaron los movimientos de su laringe, lengua y labios cuando producían sonidos. Se trata de un análisis muy relevante, ya que los anteriores se basaban en el estudio de ejemplares muertos.

El chimpancé habla

Estos movimientos fueron grabados. Después, se introdujeron las grabaciones en un programa informático que reprodujo los sonidos que el sistema fónico de los animales podría producir. El resultado es que serían capaces de crear sonidos como fonemas que se convirtieran en palabras. Incluso en frases. En uno de los ejemplos, el sistema fónico de los primates pronuncia “¿Te casarías conmigo?” (“Will you marry me?”).

La importancia del 1%

Entonces, por qué los chimpancés no hablan. La respuesta es sencilla. Porque ese 1% de diferencia entre especies encierra un cambio radical. No es relativo a la estructura de la laringe, sino algo mucho más importante. La diferencia está en el cerebro. En la enorme diferencia en la estructura cerebral entre las especies. Los chimpancés carecen de la capacidad cognitiva de crear palabras. De comunicarse mediante un cuerpo de fonemas y gramática abstracta pero aceptada por todos y transmitida de generación en generación. Porque siempre un 1% implica una radical distancia.