En la larguísima lista de aspectos en la que los Beatles fueron pioneros, destaca su relación con el directo. Los primeros en realizar grandes giras, los primeros en convertir sus conciertos en actos de pleitesía masiva. Los primeros en tocar en grandes estadios.

Una revolución que todavía dura

Es esta revolución que, por supuesto, dura hasta nuestros días, lo que Ron Howard ha recogido en la película documental Eight Days a Week que este fin de semana se estrena en todo el mundo. Entre 1962 y 1966, los Beatles revolucionaron la industria musical. Un periodo de tiempo en el que cualquier otro grupo habría sacado son solo disco, con suerte. Ellos encadenaban álbum tras álbum, nada menos que siete en ese periodo. Y entre medias, aquellos conciertos en los que su sonido a duras penas se superponía sobre los gritos de las fans.

Carne de cañón para guerras mundiales

Unos shows en los que se estaba larvando una nueva clase social, exactamente la que en la actualidad domina el mundo. Hasta la Segunda Guerra Mundial, o más bien hasta los sesenta, la juventud era poco más que el fugaz paso de la infancia a la madurez. Carne de cañón para las guerras mundiales, nada más. Con fenómenos como los Beatles empezó a configurarse como una entidad propia. Con sus exigencias, sus gustos y sus inquietudes. Y sobre todo, como un poderoso factor comercial que las marcas, y la publicidad, enseguida captaron.

Porqué los Beatles dejaron de tocar

Eight Days a Week recoge esta transformación a través de la figura de cuatro chicos proletarios de Liverpool. Con declaraciones de los supervivientes de la banda y de fans de la época como Whoopi Goldberg o Sigourney Weaver. Y mucho material inédito. Ese que parece imposible que después de todo lo que se ha escrito y visto sobre los Beatles, todavía exista. En la cara B, el documental también incide en los aspectos que hicieron que el grupo dejara de dar conciertos en 1966. El acoso de fans y medios. El estancamiento creativo que las giras. Y, sobre todo, la incapacidad de oírse en los recitales, que llevaba a los músicos a tocar cada vez peor. Lo bueno de aquella decisión es que la ausencia de giras les permitió centrarse en las grabaciones. Iniciar su segunda época y revolucionar, otra vez, el mundo de la música. Pero esa es otra historia.