Esta es una historia que podrás compartir con tus amigos siempre que se hable de historias asombrosas de como uno llega a ser quien es. Miguel Ángel era un portento de artista desde niño, de eso no cabe duda. Pero estamos en el año 1496 (aprox.) y la distancia entre el norte de Italia y Roma era enorme. Miguel Ángel, después de un proyecto fallido, se desfogó con un trozo de marmol haciendo un pequeño cupido. Tenía 20 años. Esa pieza llamó la atención de Lorenzo di Pierfrancesco que le dijo que si la envejecía y la hacía pasar por una pieza romana, se podría vender en Roma como una antiguedad. Miguel Ángel accedió al trabajo y le dió un aspecto antiguo. La pieza viajó a Roma y un agente la vendió a un Cardenal del Vaticano. El Cardenal pagó por la pieza, pero solicitó ver el autor. El agente dijo que estaba muerto ya que la pieza se trataba de una "antiguedad". El Cardenal insistió al saber que estaba ante una pieza falsa pero de calidad excepcional. Esta fue la pieza que abrió las puertas a Miguel Ángel al Vaticano y que posteriormente desencadenó la cumbre del Renacimiento. La pieza se perdió y no existe una copia de la misma. Una obra falsa, un engaño a un cardenal, un cardenal capaz de detectar la falsedad de la obra, pero capaz de apreciar el talento... para que te digan que las cosas ocurren de forma lineal en este mundo.