Es escalofriante pero real, y lo dejó dicho Tristam Stuart en su libro Despilfarro, editado al alimón por Alianza Editorial y Oxfam Intermón: “Se desperdicia más comida en el mundo de la que podrían consumir todas las personas hambrientas”. Stuart denuncia en el mencionado texto la derrama alimentaria que se produce en el planeta. Según sus cálculos, con solo los 40 millones de toneladas de alimentos que se van cada año al cubo de la basura en los Estados Unidos, podrían alimentarse los 1.000 millones de personas que a diario se van a dormir sin haberse podido llevar nada a la boca, por falta de recursos.

Un frigo para dar y recibir

Pues bien, para tratar de subvertir en algo esta situación, hace algo más de un año nacía, en Galdakao (Vizcaya), la iniciativa La Nevera Solidaria. Y desde entonces hasta hoy, ha cosechado un éxito tan grande que ya se ha exportado a una decena de países. El proyecto consiste en instalar un frigorífico en algún emplazamiento público, como residencias de estudiantes, locales de diversa naturaleza o la propia calle, para que quede a disposición de personas, comercios o entidades que quieran llenarla de alimentos. Así, quienes los necesiten, la tendrán a su disposición. La idea le surgió a su creador, Álvaro Saiz, al detectar que la gente acudía los basureros de los supermercados a buscar comida.  Distintos organismos como la Universidad del País Vasco, la Universidad de Deusto y la Agencia de Salud Pública de Cataluña, y en colaboración con ella la Escuela de Hostelería de Leioa y la consultoría en calidad y seguridad alimentaria Hazia, han dado apoyo legislativo y de infraestructuras al proyecto. Y es que, tal como se indica en la web de La Nevera Solidaria, quien quiera instalar una ha de solicitar una licencia de ocupación y adaptarse a unas normas de uso, seguridad y sanitarias. Aunque también cabe la posibilidad de colaborar donando uno de estos electrodmésticos.