En cuanto a la música, 2016 está siendo, por decirlo claramente, un año de mierda. Prince, David Bowie, Maurice White, Paul Kantner de Jefferson Airplane o George Martin entre otros nos han dejado y jamás podremos volver a disfrutar de sus creaciones.

Una enfermedad nerviosa

Pero no hace falta morirse para dejar de tocar. El pasado mes se hacía público que Eric Clapton abandonaba la guitarra al padecer una enfermedad que le impide puntear la guitarra. Clapton sufre una patología del sistema nervioso que le provoca un dolor parecido a una “descarga eléctrica” cada vez que ejerce fuerza en sus extremidades. Esta enfermedad, llamada neuropatía periférica, le fue diagnosticada unas semanas antes del anuncio oficial del abandono de la música del guitarrista, cantante y compositor británico. El estado de salud de Clapton ya había alarmado a sus millones de fans cuando desde 2013 canceló varios conciertos debido a un dolor de espalda, aunque en principio no se ha establecido una relación con la neuropatía ahora detectada.

"Clapton es Dios"

Las pintadas en las paredes de Londres a finales de los setenta rezaban “Clapton es Dios”. Sin llegar a ese extremo de devoción, no cabe duda de que la figura de Clapton en troncal en los últimos 50 años de la historia de la música, desde sus primeras apariciones en grupos como Yardbirds, sentando las bases del R&B británico, pasando por la banda Cream, hasta convertirse en los noventa y ya en el nuevo siglo en un superventas en su vertiente más comercial y edulcorada, pero siempre manteniendo el rango de artista en el Olimpo. Cien veces muerto y cien resucitado debido a todo tipo de excesos, parece que para “Mano lenta”, el apodo con el que se le conocía, el final del camino ha llegado. I Still Do, su vigésimo tercer disco en solitario será su último trabajo. Un disco que ya desde el título supone un homenaje a la fina ironía inglesa con la que Clapton se ha conducido toda su vida.