El goalball es “el único deporte paralímpico creado específicamente para personas ciegas y con discapacidad visual”, describe la ONCE en su web, y “en el que participan dos equipos de tres jugadores cada uno”. Se basa fundamentalmente en el sentido del oído, para identificar la trayectoria de la pelota en juego (que lleva cascabeles en su interior), “y requiere, además, una gran capacidad espacial para saber estar situado en cada momento en el lugar más apropiado, con el objetivo de interceptar o lanzar la pelota”, explica la organización. Se inventó como terapia para rehabilitar a los soldados heridos en la II Guerra Mundial, y desde entonces, se ha extendido por todo el mundo, consagrándose como uno de los deportes más emocionantes del panorama paralímpico. La primera vez que se disputó un partido de goalball en unos Juegos Paralímpicos fue en Toronto 1976, aunque sólo a modo de exhibición. Su inclusión definitiva se produjo en Arnheim 1980, para la categoría masculina, y en Nueva York y Stoke Mandeville 1984 para la femenina.

Los sentidos auditivo y de tacto, fundamentales

Los partidos duran 20 minutos, y cada equipo se sitúa en un lado de la pista, defendiendo sendas porterías de 9 metros de ancho. Se pretende marcar gol en la portería del equipo rival, mientras cualquiera de los tres miembros del equipo intenta que el balón no entre en la portería. “Todos los jugadores llevan antifaces opacos para igualar la visibilidad de todos los participantes”. La pista consiste en un rectángulo de 18 metros de largo por 9 metros de ancho, y se divide en seis áreas. Todas las líneas del campo estarán marcadas en relieve para que sean reconocibles al tacto, “con el fin de que los jugadores puedan orientarse con facilidad”. Este fin de semana, en Madrid, se celebrará una Concentración Extraordinaria Femenina. https://www.youtube.com/watch?v=PebhJZapCTM