Fuego en el mar, el poético documental del realizador Gianfranco Rosi ganador del Oso de Oro en Berlín y representante de Italia en los Oscar, relata cómo aprecia un niño de doce años, que sufre una metafórico ojo vago, la llegada de migrantes africanos a la localidad italiana donde vive, Lampedusa. Así, la cinta describe el día a día en esta pequeña isla de vida pesquera, de 20 km cuadrados de territorio y algo más de 5.000 habitantes, ubicada a 205 km de Sicilia y 113 de Túnez, que en las últimas dos décadas ha visto arribar a sus costas a unas 400.000 personas migrantes. Con vida. Porque se calcula otras 15.000, nada menos que 15.000, murieron en el intento, encontraron su tumba en el mar Mediterráneo. Es, así, uno de los puntos de Europa que mayores retos afronta en política de inmigración. Y, en ese mosaico de cotidianeidad, de vida tranquila y tradicional, la cinta intercala escenas reales de los equipos de salvamento y acogida, atendiendo a los inmigrantes. Escenas que irrumpen para imponer otro mundo dramático que convive junto al viejo continente. Vida ordinaria y extraordinaria, vecinos del barrio y vecinos venidos desde muy lejos. Documental y ficción, ojo vago y ojo preciso. Solidaridad, sí, pero también indiferencia. El cine lleva años haciéndose consciente de la inmigración, con películas con películas como Wellcome, Harragas o, en España, Flores de otro mundo. https://www.youtube.com/watch?v=cq9rDRJ1eAk