Históricamente, las migraciones motivadas por el clima son las más remotas, las primitivas, las causadas por la imposibilidad de subsistir en un lugar determinado debido a sus características. Con la llegada de la Modernidad comenzaron ya las migraciones económicas, que aún hoy se mantienen, y en cuyo origen está el deseo de un mejor nivel de vida. Pero según John Short, doctor de la Universidad de Bristol y experto en conflictos urbanos, geografía, asuntos medioambientales y globalización, las migraciones climáticas han vuelto a cobrar fuerza debido al cambio climático. Como ejemplo ha señalado a Bangladesh, donde, indica, existen refugiados causados por los efectos de éste que se han visto abocados a abandonar sus hogares en lugares rurales, debido a que ya no pueden habitar un entorno climático tan agresivo. Según sus cálculos, se contarían por millones las personas que, en las próximas décadas, podrían ver su hábitat afectado por el cambio climático, fundamentalmente de áreas rurales y agrícolas, y esto podría provocar una fuerte migración a ciudades de tamaño medio o grande, lo que podría ocasionar problemas de habitabilidad y sobrepoblación en ellas. Con todo, lamenta que no se pueda prever, al menos por ahora, cómo afectará el cambio climático a cada rincón del planeta en concreto, lo que minimiza las posibilidades de planificaciones soluciones específicas a largo plazo.

Necesidades renovables

El científico llama a cambiar nuestras fuentes de energía para intentar paliar la consecuencias del cambio climático y minimizar así ls potenciales migraciones, invirtiendo en energías eólicas, por ejemplo, y advierte de que la bajada del precio del petróleo podría suponer un elemento disuasorio para ellas. También se ha postulado a favor de los llamados "techos verdes", la vegetación sembrada sobre las instalaciones para reducir los residuos que van a parar a la capa de ozono.