Según un estudio hecho al alimón por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y la Universidad San Jorge (Aragón), publicado en la revista Science of the Total Environment, que analiza la salud del río Ebro basándose en los metabolismos que viven en sus aguas, la respiración de su materia orgánica se está reduciendo. Como todo río, el metabolismo del Ebro resulta de la actividad de los organismos que viven en sus aguas, como algas o plantas acuáticas, que le inyectan oxígeno. Evaluar esta actividad, que combate la propia de las bacterias, puede servir para valorar la salud del río. Y así, el mencionado informe constata que se está reduciendo la respiración de la materia orgánica que transporta el Ebro, lo que indica que su salud está empeorando, lo cual se debe a una gestión inapropiada de sus caudales en los últimos años.

Perjuicio de las riadas

Según explica en nota de prensa el investigador del CSIC Enrique Navarro, del Instituto Pirenaico de Ecología, “la respiración y la producción primaria –fijación del carbono por parte de los organismos fotosintéticos- como parte del metabolismo fluvial son medidas integradoras de muchos de los procesos físicos, químicos y biológicos que se dan en sus aguas”. El análisis indica también que las riadas, tras periodos de sequía, tienen un impacto drástico sobre el metabolismo de las comunidades biológicas del río. Para este estudio, se analizaron 86 millones de datos ambientales, recogidos durante los últimos 15 años. Entre otros, se analizaron los de la concentración de oxígeno y temperatura del agua, la presencia de determinados compuestos químicos y la cantidad de lluvia caída, lo que ha permitido calcular la regulación del caudal.

La cuenca más extensa

La cuenca del río Ebro es, tras la del Duero, la más extensa de la Península Ibérica, con unos 86.100 kilómetros cuadrados, y donde casi tres millones de españoles desarrollan diferentes actividades que alteran la cantidad y calidad del agua del río.