A partir del 1 de septiembre, dejarán de comercializarse los focos halógenos, aunque podrán comprarse hasta que se acabe el stock de las tiendas. En cambio, las bombillas halógenas, tal como ha recordado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), podrán seguir vendiéndose hasta 2018.

Un plan de la Unión Europea

Se trata de la aplicación de una directiva de la Unión Europea parte de un plan comunitario, que empezó a aplicarse en 2009, para que estos productos sean sustituidos por focos de tecnología LED (diodo emisor de luz). Éstos son, justifica la Unión, más eficientes energéticamente, ya que exigen, para generar electricidad en las centrales térmicas, una menor quema de combustibles fósiles, como el petróleo, el gas o el carbón, grandes emisores de gases de efecto invernadero que además requieren importarse desde fuera del territorio de la UE. En esta misma línea de eficiencia energética, el 1 de septiembre de 2012, la comunidad ya había retirado del mercado las bombillas incandescentes, las de toda la vida.

Apuesta por las LED

Según la web www.sostenibilidad.com , el 25 % de la energía que se consume en nuestras casas se destina a la iluminación. La bombilla LED, en resumidas cuentas, dura mucho tiempo y consume mucho menos que otras, se estima que tiene una vida aproximada de 70.000 horas. Y si bien su precio es más elevado, de unos 7 euros frente a los 3,5 euros de las bombillas de bajo consumo (lámparas fluorescentes compactas), las bombillas LED, que transforman hasta el 98% de su energía en luz y sólo un 2% en calor, no contienen ningún elemento tóxico, y alcanzan el 100% de su rendimiento desde el mismo momento en que las encendemos. Y no han de ser recicladas con tratamiento de residuos peligrosos, a diferencia de las bombillas de bajo consumo, que contienen un gas con una pequeña porción de mercurio.