La Declaración de Hanoi puso punto final ayer a la tercera conferencia internacional sobre el contrabando de animales en Vietnam. Palabras de compromiso de los 42 países participantes, que quieren servir de base para una hoja de ruta con la que combatir a los cazadores furtivos y los contrabandistas. Un problema, el de esta práctica ilícita, que aboca al riesgo de extinción a numerosas especies terrestres y acuáticas, incluso a las que ya están protegidas. “El comercio ilícito de vida silvestre está aumentando el riesgo de extinción de muchas especies terrestres y acuáticas, tanto amenazadas como protegidas, y la sobreexplotación de otras”, advierte el documento. Por ello, “son necesarios enfoques amplios y bien coordinados en toda la cadena de suministro”, estipulan los firmantes. Por ejemplo, en el mundo quedan entre 420.000 y 650.000 elefantes africanos salvajes y entre 40.000 y 50.000 elefantes asiáticos salvajes, según la organización Traffic, y está diezmada a causa de la caza ilegal. El texto propone mejorar la cooperación internacional con las leyes que protegen la vida silvestre, la lucha contra la corrupción, perseguir con más vehemencia el comercio ilegal (también en Internet), etc. Cada país, además, ha asumido sus propios retos, en función de las amenazas particulares que se corren en su territorio. Etiopía se ha comprometido a reforzar la vigilancia sobre los elefantes; Camerún, sobre la protección de los pangolines (el mamífero que más sufre la caza furtiva, y sin embargo es muy desconocido para el gran público); Francia destinará 942.000 euros hasta 2018 para un programa de Traffic y WWF Vietnam para reducir a la mitad la demanda de cuernos de rinoceronte en territorio vietnamita en el año 2020. Estados Unidos ha prometido lanzar el proyecto Wildlife Asia en el Sudeste Asiático con un fondo de 23 millones de dólares, que se centrará en sus inicios en “reducir la demanda de marfil de elefantes, pangolines, cuernos de rinocerontes y productos de los tigres”.