Es complicación determinar el momento en el que el hombre se separó de la naturaleza y comenzó a utilizarla en provecho propio, pero puede decirse que fue hace mucho, mucho tiempo, pues permanecen algunas tradiciones sanguinarias en las que los animales son masacrados solo por mantener usos ancestrales que si un día tuvieron algún sentido, hoy presentan difícil justificación.

"Grindadráp"

La última semana de julio tuvo lugar en las Islas Feroe una de estas llamadas tradiciones que supone una crueldad inconcebible. Se trata del “Grindadráp”, una palabra vikinga que no deja a lugar a dudas sobre lo que define: “matanza de ballenas”. El Grindadráp consiste en el pastoreo con embarcaciones desde alta mar de manadas de ballenas piloto, también llamadas calderones, hasta las cercanías de la costa, donde parte de la población local, niños incluidos, primero acuchilla a los animales para inmediatamente después cortarles la cabeza, tiñendo toda la playa de rojo. Se estima que en la edición del pasado julio unos 120 de estos cetáceos perecieron para cumplir el rito local que se tiene lugar gracias al estatus semiindependiente que las islas tienen respecto a Dinamarca, donde la caza de ballenas está vetada.

Ballenas no aptas para el consumo

Los lugareños defienden este comportamiento aduciendo que se trata de una tradición fuertemente arraigada en las islas desde la época vikinga , cuando se empleaba para alimentar a la población de unas islas escasas de otros recursos naturales. De hecho, una vez muertas, la carne de las ballenas se reparte entre los aproximadamente 50.000 habitantes en función del número de miembros de cada familia. Aunque la gastronomía de este archipiélago danés cuenta con varias recetas para conservar y cocinar la carne de las ballenas, lo cierto es que estudios realizados sobre ejemplares varados en las Islas Británicas han detectado metales pesados como cadmio y plomo en los tejidos de los calderones, por lo que su consumo presenta serios riesgos para la salud humana.

Vigilantes de la playa

Varias organizaciones ecologistas se han opuesto firmemente a esta práctica que se realiza dos veces al año. Entre ellas destaca Sea Shepherd, especializada en la conservación de la diversidad oceánica, que el pasado año desplazó un equipo para introducirse entre las más de 250 embarcaciones que rodean a los animales y les dirigen hacia la costa, con el fin de abrir pasillos para que las ballenas piloto pudieran huir. Sin embargo, la policía local les detuvo y fueron arrestados hasta que terminó el festival. Mientas, la activista más ilustre de la organización, Pamela Anderson, realizaba un reportaje en el que se entrevistaba con habitantes de las islas que defendía el Grindadráp recurriendo a comparaciones con la tauromaquia. [embedyt] http://www.youtube.com/watch?v=HYOTkwFhe-w[/embedyt]