Una copa de vino me hace compañía en la barra. Por los altavoces, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong están empezando a marcarse un dueto increíble. Un desconocido se acerca a mí con la mano extendida y yo acepto su invitación. Nos escurrimos entre otras parejas bailando sobre el suelo de parquet. Bailamos. No mediamos palabra pero sé que hablamos el mismo idioma: en 8 tiempos. O también conocido como swing. La música swing y sus múltiples bailes asociados son un estilo de vida en si mismos. La elegancia de lo vintage y el sudor casan a la perfección en un hobby que difícilmente se queda en eso, en afición, sino que se transforma en profunda pasión. ¿Y cómo no? El mundo swing es un mundo increíblemente vasto que engloba tantos bailes diferentes que todos podemos encontrar nuestro espacio en él: el Blues, el Balboa, el Shag o el estilo más famoso, el Lindy Hop.

Se trata de una historia de amor en clave de Jazz

El Lindy Hop irrumpió en mi vida dos años atrás. Llegó de repente, inocentemente y casi sin quererlo aunque lo hubiera buscado inconscientemente. Como encontrarte de repente con un gran amor: Explosivo. Entró de hurtadillas en forma de una hora semanal de clase en un bar. Ahora le dedico todo mi tiempo libre con devoción. Entendedme: de la mano del swing es cuando me siento mejor. Fácilmente puedo hacer una lista sobre, al menos, tres grandes motivos por los cuales alguien debería permitirse tontear con este baile al menos una vez en la vida:
  1. Es el amante más agradecido que jamás tendrás. Según lo mimes y te esfuerces en él, los resultados llegarán. Las horas que le dediques se verán recompensadas equitativamete.
  2. Te hace sentir genial. Al fin y al cabo es deporte. Liberas todas esas hormonas tan buenas para el cuerpo cuyo nombre no me sé pero después de bailar estoy bastante segura que también están relacionadas con el enamoramiento, porque te quedas en una nube.
  3. Conoces a gente maravillosa. En definitiva, es un baile en pareja y quedarse siempre con la misma pareja no es ni a. la mejor opción ni b. lo más divertido. Conoces a gente todas las noches y algunas de esas personas realmente son maravillosas.

Quien no baila es porque no quiere

¿Quién baila swing? Todos. Es como aquella película de Disney en la que se cantaba “Todos quieren ser un gato jazz”. Realmente todos, sin importar edad, sexo, condición o nada. La gente que lo ve desde fuera cree que hace falta ser joven para bailar. Pues no tiene nada que ver. Sin ir más lejos una de mis parejas de baile preferidas debe tener unos 60 años (y madre mía, DEBERÍAIS VERLE).  Desde fuera, parece que quiénes lo bailan son grandes profesionales. Siendo sincera yo empecé con la misma capacidad musical que una patata. Si yo lo conseguí os aseguro que cualquiera puede. Quiero decir, estuve año y pico sin ni siquiera escuchar la música.

Tiene un truco muy sencillo

En el fondo, el único secreto que esconde es el sonreír. Siempre se debe tener una sonrisa preparada. No es ningún secreto que con el toque justo de amabilidad una puede llegar tan lejos como quiera. En el swing, eso es algo nivel A1. Sé amable con tu pareja y agradece la canción que habéis bailado. Manda ondas positivas. Sonríe mientras bailas. Si te lo pasas bien: demuéstralo. No hay nada más divertido y gratificante que bailar con alguien que se lo está pasando genial. Pero no os preocupéis, la sonrisa os saldrá totalmente natural. Es imposible no sonreír cuando estás en ese ambiente de buen rollo, de diversión, de ganas de pasárselo bien. Porque si no, ¿para qué se baila? ¿Cuál es su ultimísima finalidad sino irse a casa con una sonrisa de mema, orgullosa de lo hecho?

Primero, baila. Después sabrás vivir.

Y este post me ha quedado muy cursi. Lo sé. Pero no puedo remediarlo. El swing es un gran amor. Si te da, te da fuerte. No solo a mí. La comunidad crece exponencialmente día tras día. Vayas donde vayas encontrarás a gente con esa misma pasión: en Madrid o Barcelona (por supuesto), pero también en Sevilla y en pueblos de Mallorca o por toda Europa. O qué decir de Estados Unidos. Y siempre te encuentras esa sonrisa de la que hablaba antes. Así que mi conclusión es sencilla: Bailad. Sonreíd, conoced gente, disfrutad de la música que es preciosa. Veréis la vida en rosa. Prometido. It don’t mean a thing if we ain’t got that swing! [caption id="attachment_4841" align="alignnone" width="550"]Barcelona Swing visto por Jared Goralnick (Creative Commons en Flickr) Barcelona Swing visto por Jared Goralnick (Creative Commons en Flickr)[/caption]