Este sábado se celebra el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, y se prevé más caldeado que nunca. La división entre errejonistas y pablistas es clara y, de hecho, cada vez más pronunciada. Pero por si el ambiente no estuviera lo suficientemente enardecido, el líder morado se ha encargado de subir la temperatura con unas declaraciones que ponen sobre la mesa cuál es la verdadera razón por la cual Iglesias y su número dos están enfrentados: ser populista o no.

"Lo que se discute en Podemos es si tiene que seguir siendo populista o no". Así de claro fue el líder morado, que matizó que hacía referencia a la definición de populismo acuñada por el argentino Ernesto Laclau, cuyo discurso ha sido malinterpretado según Iglesias: "Me encantaría que por esa puerta saliera Laclau y dijera que no tenéis ni puta idea de lo que estáis diciendo de mí".

Ésta es precisamente la raíz del conflicto entre el líder de la formación morada e íñigo Errejón: la interpretación que hacen de la construcción del discurso políticamente populista que trata Laclau y si aplicarlo -o no- a Podemos para aupar al partido. Pablo Iglesias aboga por utilizar el discurso populista para asegurar que “no se vayan algunos de los que ya se fueron”; mientras que Errejón es partidario de llegar a más gente suavizando el discurso. En este sentido, Iglesias quiere utilizar el discurso populista planteado por Laclau y Errejón es partidario de reinterpretarlo o aceptarlo con algunos matices.

El discurso populista de Laclau

Para Laclau el populismo no era una ideología, sino una herramienta utilizada en la construcción del discurso político. Un discurso populista es aquel en el que el líder apela a los sentimientos de lo que denomina “pueblo”, utilizando elementos discursivos rupturistas que recurran a la fractura, al enfrentamiento entre los opresores y los oprimidos.

En este sentido, Iglesias pretende adoptar este discurso como tal, enfrentando a los que ya ha seducido con el establishment. Por su parte, Errejón destierra la idea de hacer un discurso tan conflictivo, sino que pretende suavizarlo para atraer a más gente a Podemos. De hecho, el portavoz escribió un obituario sobre el autor argentino en el que afirmó que “Laclau escribe de manera meticulosa y sistemática, pero también viva, polémica y arrolladora”. Eso sí, la dicotomía pueblo-establishment se mantiene intacta en errejonistas y pablistas.

Laclau, o mejor dicho la interpretación que cada uno hace de su propuesta, es el detonante de la guerra civil de Podemos -o al menos, uno de ellos-. Dos maneras diferentes de construir el discurso político, dos formas de entender Podemos.

Ser populista o no, esa es la cuestión

A día de hoy, resulta evidente que es inadmisible una dictadura, y en democracia, para gobernar tienes que ganar votos. ¿Cómo? Mediante la construcción de un discurso político que genere identidades colectivas. Cuanto mayor sea el número de integrantes de este imaginario, más votos. El problema es que si se establecen unas fronteras identitarias demasiado amplias se corre el riesgo de que sus compenentes dejen de sentirse identificados, ya que el discurso es demasiado heterogéneo y deja de representar sus demandas. En eso están Iglesias y Errejón, en establecer dónde está el limite de su target y en la construcción del discurso oficial de Podemos.

Errejón e Iglesias parecían el matrimonio ideal, pero Laclau irrumpió en la pareja como el tercero en discordia y su populismo dinamitó la relación. Ahora solo queda esperar a ver si consiguen reflotar el matrimonio. El cónclave de este fin de semana será clave en el devenir de la relación morada.