Este jueves, en su intervención ante el Comité Director del PSOE andaluz, Susana Díaz hizo una única referencia nominal a otro barón. Fue a Javier Fernández, el presidente de Asturias. “Defiende lo que defienda, es un gran socialista”, dijo de él, al tiempo que pedía “respeto” para su figura e incluso recordaba que un dato biográfico suyo: que sus padres se habían conocido en un campo de concentración como exiliados republicanos.

Referente moral en el partido

La referencia de la dirigente socialista a su compañero asturiano no era casual. Estaba colocándolo en la posición preponderante como referencia moral que tiene en la actualidad en su partido, para que desde esa altura sea quien se haga cargo de la gestora que, parece inevitable, tomará en sus manos al PSOE a partir de este sábado tras la reunión del Comité Federal.

El papel de presidente de la gestora es clave, porque, como decía en las últimas horas en un símil afortunado Josep Borrell, será similar al presidente del gobierno en funciones del PSOE. Fernández y quienes formen parte de la gestora, tendrán que dirigir el partido hasta que se celebre el Congreso Extraordinario que debiera seguir a la salida de la actual dirección de Ferraz. Y en ese periodo podrían encontrarse con tener que tomar la decisión (siempre emanada de una reunión del Comité Federal): abstenerse y permitir un gobierno del PP, o bloquear la situación política y desembocar en unas nuevas elecciones.

Un Grupo parlamentario dividido

Mientras, otra figura emerge como clave en el futuro inmediato de la nueva dirección del PSOE. La de Eduardo Madina como portavoz del Grupo Parlamentario Socialista. Según le explican a ELPLURAL.COM en diferentes fuentes socialistas, el líder vasco sería el elegido para asumir el cargo en un complicadísimo panorama, con el Grupo profundamente dividido, aunque todo indica que mayoritariamente volcado en favor del llamado sector crítico.

Como contamos en una información el pasado miércoles, el GPS tuvo ya una difícil reunión previa al pleno celebrado esta semana en el Congreso. Pero aunque en una situación incómoda y tensa, como comentamos, de los 21 diputados que pidieron intervenir, 14 pudieron hablar y de ellos 11 para mostrar su disconformidad con la línea que proponía la dirección de Sánchez.