Nunca el Comité Director de los socialistas andaluces había suscitado tanta expectación entre los medios de comunicación... y entre los propios miembros del máximo órgano de gobierno del partido entre congresos. La reunión comenzaba con casi 40 minutos de retraso. ¿Por dónde iría el discurso de Susana Díaz? Nadie lo sabía, pero el ambiente era de unidad en torno a la presidenta andaluza. Lo que dijera sería aplaudido. Era obvio que el PSOE andaluz es una piña en torno a su secretaria general.

Como resumen de urgencia de su intervención cabe decir que sus palabras estuvieron por debajo de las expectativas periodísticas, atentas mucho más a la 'sangre' que a la conciliación. En todo caso, Díaz no despejó ninguna de las incógnitas que planean sobre la crisis socialista, como la de si hay que abstenerse para dejar gobernar a Rajoy, si Pedro Sánchez debe dimitir o que debe votarse el sábado en el Comité Federal. Al término de su intervención, y ya sin prensa, comenzaron las peticiones de palabra.

No hubo sangre, ciertamente, pero Díaz quiso poner los puntos sobre las íes con estas ideas: los socialistas no son de izquierdas o de derechas, son de izquierdas siempre; el PSOE andaluz va a buscar soluciones, a coser; el partido debe reflexionar sobre por qué ha perdido tantos votos; hay quien está actuando con temeridad, en alusión obviamente a Pedro Sánchez; debe hacerse un congreso pero no deprisa y corriendo.

Díaz deslizó críticas al secretario general Pedro Sánchez pero sin citarlo y sin ensañarse con él, contra lo que creían muchos asistentes que iba a hacer, aunque aludió directamente, eso sí, a quienes ponen sus intereses personales por encima de los del país. En general se dedicó sobre todo a defender el patrimonio del partido, su legado histórico de cambio y mejora de la sociedad española. Y también insistió en una idea: el PSOE andaluz trabajara para coser los rotos que tiene el partido, a cuyas sucesivas derrotas electorales "estando en la oposición" aludió varias veces la presidenta.