Fines de semana de tres días parece la mejor solución para ahorrar en todo: energía, en todas sus derivaciones, gastos médicos, menos polución atmosférica, etc. Por contra tendríamos más beneficios en el resultado final de las empresas, en la productividad de los trabajadores, en la vida familiar de los humanos, en la calidad de vida, etc.

Esta propuesta la han lanzado últimamente algunos economistas de prestigio de diferentes universidades de Estados Unidos y del Reino Unido; incluso un empresario, Carlos Slím, ya lo propuso en varios foros el año pasado. Además hay un antecedente importante en el estado de Utah, Estados Unidos, que en el 2007 redujo el horario de los empleados estatales a cuatro días de trabajo,  de lunes a jueves. En sólo diez meses, esta iniciativa ahorró 1,8 millones de dólares en costos energéticos y el estado calculó que más de 12.000 toneladas de CO2 al año, no fueron emitidas. Sin embargo, el experimento se paralizó cuatro años después debido a las quejas de los ciudadanos, porque no podían acceder a los servicios públicos durante los tres días.

La primera cuestión es si estamos preparados para esto, es decir, ¿todas las familias están dispuestas a asumir el contacto permanente con sus miembros durante tres días seguidos a la semana? La segunda pregunta es ¿podemos prescindir de algunos servicios durante tres días a la semana o nos pasaría como a los ciudadanos de Utah y pediríamos pronto la vuelta al horario tradicional?

Y no es cuestión menor lo que plantearán las empresas: el sueldo. Este aspecto supondría un cambio fundamental en la mentalidad de los empresarios y de los trabajadores. A lo mejor ha llegado el momento en que la parte más importante del sueldo vaya ligada a la productividad del trabajador. Bajo esta premisa -la productividad- sería más fácil una negociación entre empresarios y trabajadores.

Plantear esta reforma revolucionaria en nuestra vida social y laboral en estos momentos de crisis, puede parecer un disparate. Pero pensemos en un aumento de puestos de trabajo, porque algunos servicios fundamentales tendrían que estar activos en esos tres días de fin de semana. Busquemos una mayor calidad de vida para todos, en el trabajo, en la vida social, en el medioambiente, en las relaciones humanas, etc. ¿Una utopía? Tal vez, pero la sociedad ha avanzado con propuestas utópicas de futuro, nunca con propuestas regresivas de las que ahora abundan mucho. ¡Seamos utópicos!