A Pedro Sánchez lo veo yo un poco como a Cary Grant en North by Northwest [o Con la muerte en los talones, si lo prefiere usted en versión española]. Le vienen los tiros y ya no sabe de dónde. La culpa no la tiene él, en sentido estricto. La tiene su falta de valor.

Entiéndame. No me refiero a valor de valentía, sino al otro. En el mundo de la comunicación corporativa, uno de los aspectos al que dedicamos más tiempo y recursos es a definir la "Propuesta de Valor". Y lo pongo así, en mayúsculas, porque es así como se habla de ella, que hasta ahuecamos la voz, para que se note que es el meollo de la cuestión. Y aplica a todo: a los clientes, a los empleados, a los accionistas y a la sociedad en general [los stakeholders, si es usted amigo de los anglicismos]. 

Eso es lo que le falta al compañero Sánchez. Su discurso [su storytelling decimos ahora, que es más cool] no aplica a sus clientes: ni a los reales, ni a los potenciales. La historia del PSOE es la más vacía y menos dirigida a su audiencia de todas. Y eso, al final, se nota. 

La historia del PSOE es la más vacía y menos dirigida a su audiencia de todas 

Es también lo que le ha pasado a Ciudadanos en dos entornos con agendas políticas muy diferentes a los de unas elecciones generales. El pueblo les escucha y piensa "¿y a mí qué?".

Yo al camarada Sánchez le ayudaría a construir un mensaje como dios manda. No como un producto [craso error cometido por muchos, pensar que las ideas se pueden vender como los desodorantes], sino a través de una "historia" que lo posicione en el mapa, en lugar de andar vagando sin rumbo por campos de trigo, con la mirada fija en una avioneta amenazante. 

Échele valor, compañero Sánchez, y verá como le irá mucho mejor. Aunque me temo que el "The End" está ya demasiado cerca.