Este fin de semana es uno de los que registra mayor número de fiestas populares por toda España. En muchos de esos festejos, las corridas de toros son habituales gracias, entre otras cosas, a que algunos gobiernos regionales del PP, por ejemplo en la Madrid bajo el mando de Esperanza Aguirre, decidieron declarar la denominada fiesta nacional Bien de Interés Cultural. Esta calificación, además del aspecto simbólico, encierra una serie de ventajas desde diferentes puntos de vista, como el fiscal. 

Sin embargo, en no todos los países donde se celebran corridas de toros están dispuestos a otorgarles tal consideración. Es el caso francés, donde finalmente no formarán parte de la lista representativa del patrimonio cultural. El asunto arrastra un recorrido de cinco años cargados de polémica. El objetivo de los defensores de estos espectáculos era la incorporación a ese listado como paso previo a su declaración de bien inmaterial de la humanidad por parte de la Unesco.

Los toros, fuera

Hace apenas dos semanas, el Consejo de Estado del país vecino, es decir, la máxima instancia administrativa, zanjó el tema al rechazar el recurso a favor de la presencia de los toros en ese inventario. Sin embargo, lejos de cerrarse el debate, los defensores de los toros continúan con su empeño.

El paradigma es el presidente del Observatorio Nacional de Culturas Taurinas, André Viard, que en palabras que recoge Efe asegura que a pesar de que el Ministerio de Cultura no lo publica debido a las "amenazas recibidas", los toros siguen en la lista porque la supresión de un elemento solo es posible si la tradición deja de existir. Sin embargo, una fuente oficial del Ministerio lo contradice y dice que la salida es posible, tanto si la tradición pervive, como si no.

Sobredimensionar el tema

Por su parte, la presidenta de la Alianza Anticorrida, Claire Starozinski, acusa a los protaurinos de sobredimensionar el alcance de esa inscripción. Según recuerdan todo se inició en 2011, cuando el área de Cultura del Ejecutivo galo decidió incluir las corridas en el inventario del patrimonio. No obstante, tal vez con el fin de finiquitar la controversia, lo retiró de su web esta un mes después.

Hay que subrayar que, aunque la inclusión no otorga protección ni beneficios fiscales, solo el anuncio provocó división entre la opinión pública, conllevando un alud de protestas de asociaciones antitaurinas y de protección animal.

La lucha siguió en los tribunales, con las acciones legales emprendidas por los animalistas contra la inscripción de esa práctica. Dos años después de iniciarse la polémica un tribunal administrativo falló en contra de estas asociaciones, si bien en 2015 les dio la razón al recurso que presentaron.

Mismos argumentos que en España

Los defensores de los toros utilizan los mismos argumentos que se escuchan en España, es decir, número de espectáculos, espectadores y fuerte tradición en algunos lugares. A pesar de ello, esta última decisión echa por tierra su intento para que las corridas sean declaradas patrimonio inmaterial de la humanidad.

Un ejemplo de la polémica que el tema genera en nuestro país se vive estos días en Pontevedra, único municipio de Galicia con coso taurino. Este fin de semana se celebran corridas de toros. Al igual que en Francia y en otros puntos de España, en la ciudad del presidente del Gobierno en funciones -él mismo era un habitual en las gradas- coincidiendo con una de las corridas programadas por las fiestas, varios centenares de personas se echaron a las calles para pedir la prohibición de estos espectáculos en la capital de las Rías Baixas.