En un homicidio hay tres factores que son determinantes para juzgar -o no- al presunto asesino: el móvil, el arma homicida y las declaraciones de los testigos. Sin embargo, en los casos relacionados con la quema de bosques estos elementos tan concluyentes quedan diluidos, y los pirómanos consiguen eludir a la Justicia.

Según datos de la Policía Autonómica de Galicia -publicados por el diario Faro de Vigo- en 2015 se procesaron en Galicia a un total de 451 incendiarios, pero tan solo se emitieron una veintena de sentencias, por lo que el 95% de los acusados consiguieron sortear el peso de la ley. Hasta 40 incendiarios han sido arrestado en Galicia durante este año, pero ninguno de ellos ha entrado en prisión. ¿Cómo lo consiguen?

El móvil

En todos los casos de homicidio es imprescindible dar con la razón por la cual se ha perpetrado el acto delictivo. Lo que ocurre, es que en el caso de los incendios la mayoría de los ellos son provocados por pirómanos, que es una enfermedad mental registrada. Por ello, en ocasiones, se sustituye la entrada en prisión por el ingreso en un psiquiátrico si se alegan problemas mentales.

El arma

En la escena de un crimen se puede ver el cuchillo usado o la pistola utilizada. Sin embargo, el fuego calcina todo el terreno, con lo que las cerillas o cualquier elemento utilizado pierde la consistencia inicial y se convierte en una prueba inservible.

Los testigos

Pocos son los testigos que presencian el inicio de un incendio. Entre hectáreas de bosques es complicado observar con claridad quién ha sido el incendiario, por lo que son ínfimos los casos que cuentan con algún testigo. Y en aquellos en los que sí hay, sus recuerdos son difusos.

Los juzgados podrían evitar la cárcel

Con todo, y aunque se produjera una sentencia en firme, los incendiarios sin antecedentes penales o condenados a menos de dos años de cárcel pueden sustituir su ingreso en prisión por una multa económica. Y asunto zanjado.