El Ayuntamiento de Madrid ha elaborado una lista de las vías públicas con referencias franquistas que deberían ser rebautizadas en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. A tal efecto ha propuesto una serie de nombres alternativos a los actuales que al concejal del Partido Popular, Pedro Corral, le han parecido fuera de lugar porque sustituyen “nombres de un bando por los del otro".

En esta expresión del edil popular subyace la visión ideológica que de la guerra civil y del franquismo tiene esta formación política heredera de la fundada un año después de la muerte del dictador por seis ex ministros de aquellos gobiernos despóticos: Una confrontación entre “bandos” a la que prosiguió, como manifestó un señalado dirigente de este partido -Mayor Oreja-, “un periodo de extraordinaria placidez”.

Para muestra de lo que para este partido significa un “bando” y el contrario sólo cabe fijarse en uno de los nombres del callejero que el Ayuntamiento madrileño propone rebautizar. Se trata de la sustitución del Paseo de Muñoz Grandes por el de Marcelino Camacho.

Quizás convendría recordar para aquellos de débil memoria -fomentada por políticas educativas que han tratado de ignorar, cuando no de manipular, nuestra reciente historia- quiénes fueron el uno y el otro.

Agustín Muñoz Grandes -que ha dado nombre al paseo madrileño desde 1948 hasta nuestros días ¡durante 68 años!- fue un militar que, habiéndose trasladado a Valencia en marzo de 1937 para incorporarse al ejército de la República, aprovechó esta circunstancia para fugarse a la zona sublevada y, al mes siguiente, se encontraba en el frente franquista dirigiendo la II Brigada Navarra. Posteriormente fue el jefe de la División Azul que colaboró con las huestes nazis alemanas en la invasión de Rusia -siendo condecorado por ello con la Cruz de Hierro germana- y, finalmente, desde 1939 hasta 1967 fue sucesivamente ministro secretario general del Movimiento, ministro del Ejército y vicepresidente del Gobierno en los que fueron los años más sombríos y tiránicos de la dictadura del general Franco.

Marcelino Camacho -el del otro “bando”, en la terminología empleada por el PP, que ahora propone honrar el Ayuntamiento de Madrid- fue condenado por ir voluntario a defender la República a trabajos forzados en campos de concentración franquistas y, con posterioridad, fue encarcelado en 1967, pasando varios años en la cárcel de Carabanchel, por el único delito de ejercer actividades sindicales y políticas. A la salida de la prisión, el líder sindical anunciaría: “ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar”.

Que cada cual valore como crea por conveniente la trayectoria de ambos protagonistas de nuestra historia del pasado siglo, pero quizás sería conveniente demandar al PP que explique porqué continúa con la dialéctica guerra civilista -de la que paradójicamente acusa a los demás- y se niega al reconocimiento de personas que, como Marcelino Camacho, lucharon valientemente y a costa de grandes sacrificios personales por una España en la que se restableciesen derechos y libertades que fueron pisoteados por la dictadura franquista.