Aunque a más de uno pueda sorprenderle, el columnista Salvador Sostres no escribe este sábado sobre política. Bueno, en realidad sí, pero la camufla con una corrida de toros, sobre lo que empieza reconociendo que “no entiendo (…), ni soy aficionado ni puedo decir que sean mi espectáculo”. Sin embargo, tras la aclaración y bajo el título de 'Exiliado en Alicante', se refiere a la presencia de José Tomás en estas tierras y a que es “aberrante que un catalán como yo tenga que exiliarse a Alicante” para ver al diestro madrileño.

Como es habitual en él se enciende y acaba poniendo la plaza de toros a la altura de una especie de ateneo cultural de primer nivel, hasta el punto de que expresa su alegría por "ver tantas damas en la plaza; y tan hermosas y aseadas. Todavía queda derecha, todavía queda esperanza".

La alusión, como casi siempre en Sostres, busca el enfrentamiento ¿No son las mujeres de izquierdas hermosas y aseadas? Continúa con su loa al coso taurino en general y a su refinado ambiente en particular. Lo describe como un ambiente "de alegría, de civilización y de sinceridad", algo que "cuesta hallarlo en los estadios de fútbol, donde todo es más vulgar, y más de euforia de supermercado. Hay una jerarquía y el mundo taurino la corona, con una gentileza y una categoría que parecen de otra era".

Una vez más, sin aludir a las elecciones, vuelve a meter la cuchara para caer en la descalificación, por un lado, a la ideología que odia y, por otro, para elogiar un espectáculo que cada vez suscita más controversia y que sitúa, sin duda, en la parte ideológica del cerebro que él aplaude, o lo que es lo mismo, la derecha.

Habla también de su periplo por España con el periodista Carlos Herrera pero en esto es mejor no pararse porque, al fin y al cabo, no es más que aquello que definiría un joven de los de ahora como 'peloteo al jefe', y hay que seguir ganándose el pan para poder volver a la plaza de toros, aunque no se sea aficionado, y lanzar alguna que otra andanada al adversario político.