Cuando se casa la hija de un jefe de la Cosa Nostra, éste tiene la obligación de atender las peticiones que le hagan sus allegados. Todos recordamos como Don Vito Corleone, interpretado magistralmente por un Marlon Brando en estado de gracia, recibe el día de la celebración de la boda de su hija a personas de su entorno que le solicitan determinados favores que sólo están al alcance del jefe de una organización cuyas actividades quedan al margen de la legalidad. El dueño de una funeraria le ruega que de un “escarmiento” a unos jóvenes que han atacado a su hija por haberse negado a mantener relaciones sexuales con ellos o un famoso cantante relacionado con la familia Corleone le pide que consiga el papel protagonista en una película de Hollywood. Don Vito, de una u otra forma, consigue hacer realidad los deseos de sus peticionarios.

Guardando las lógicas distancias de tiempo y lugar, en nuestro país tenemos a un peculiar Don Vito que, sin ser jefe de ninguna organización de tipo mafioso y sin mediar celebraciones de casamiento, mantiene relaciones de despacho en las que -presuntamente- se le hacen peticiones heterodoxas o en las que, -también presuntamente- se organizan conspiraciones para encontrar pruebas incriminatorias de actuaciones ilegales contra adversarios políticos. 

El 29 de julio del pasado año el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, recibió en su despacho a Rodrigo de Rato y Figaredo, ex vicepresidente del Gobierno de España,  ex director general del FMI, ex presidente de Bankia y, además, amnistiado fiscal por el Gobierno del PP, poseedor de sociedades en paraísos fiscales para ocultar dinero al Estado español e investigado por supuestos delitos, entre otros, de fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales.

El ministro admitió la existencia de esta reunión aunque la justificó por la cordialidad entre dos personas que “se conocen desde hace años” y ello a pesar de que la Guardia Civil -Instituto dependiente del ministerio que dirige- estaba investigando a Rato por el presunto blanqueo de capitales en el extranjero. Mariano Rajoy dio por buenas las explicaciones de su ministro y ante la petición de su dimisión señaló que la oposición sólo busca “hacer lo posible para ver si puede pescar en río revuelto”. La oposición es “mala”, muy “mala”, podría haber añadido.

En estos días hemos conocido también que Fernández Díaz, cuando faltaba muy poco para la celebración de la consulta soberanista del 9-N de 2014, se reunió con el jefe de la Oficina Antifraude catalana para -presuntamente- fabricar escándalos contra ERC y CDC tratando de conseguir datos para desprestigiar o incluso acusar de prevaricación a dirigentes de los dos grandes partidos soberanistas catalanes. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ha dado su respaldo al ministro y ha añadido que “hay gente con ganas de organizar un problema donde no existe”. Gente “mala”, muy “mala”, podría haber añadido de nuevo. 

En la época de Don Vito Corleone -personaje de ficción con gran carga de realidad- existía un cuerpo policial especializado en la lucha contra el crimen organizado -real aunque mitificado en la ficción- que fue conocido como “Los intocables”. Mucho me temo que los que han de ejercer esta labor -hoy y aquí- son los ciudadanos cuando acudan a las urnas el próximo 26-J. La resistencia es grande porque parece ser que un casi 30% de la población no observa con malos ojos el progresivo deterioro de nuestras instituciones democráticas… pero ¡hay que intentarlo!