La mirada de la ciudadanía se ha estrechado peligrosamente y el fenómeno se produce con mayor intensidad en las filas de la izquierda. Consiste en un viejo error de comportamiento: tomar la parte por el todo y actuar en consecuencia.

Me explico con el ejemplo (hay miles) de las fiestas populares que, con tradición o no, hay “divertimentos” de mozos con toros. En la pequeña localidad mallorquina de Fornalutx se vive la polémica, con ecos en toda la isla. Los posicionamientos - a favor o en contra - son contundentes y apasionados. Tanto es así que la mayoría de implicados en el debate juzgarán la labor de las instituciones- desde el Gobierno de la Comunidad hasta el Ayuntamiento en la medida de lo que decidan sobre el tema.

Poco importarán sus políticas económicas, educativas, sanitarias, laborales, de vivienda, de bienestar social, de pensiones… Eso tendrá trascendencia cero en esa franja de ciudadanos para quienes las instituciones serán admirables o censurables en función exclusiva de si permiten o no la fiesta del toro de Fornalutx. Además, lo reflejarán con su rotundo voto en las elecciones.

Como es natural, tal comportamiento se produce en mayor medida en la geografía de la izquierda, donde la dispersión de intereses ideológicos es tan legítima como variada. La derecha no registra parecido batiburrillo de intereses;  todo el mundo tiene claras un par de cosas importantes, el resto es pura anécdota desechable a la hora de votar. Así que nadie se extrañe de que ocurra lo que va a ocurrir.