Como apasionado de la política, y hoy ya casi mero espectador de la misma, me gusta “descorrer la cortina del balcón de nuestro tiempo y mirar que tiempo hace, que tiempo vamos a tener. Pues nuestro tiempo es nuestro paisaje, y por eso es preciso conocer su fisonomía y su topografía”, como escribía en admirable metáfora Ortega y Gasset, resumiendo, en su caso, la tarea del filósofo.

Hace ya demasiado tiempo que en Europa y más allá, el mal tiempo nos acompaña. Los nacionalismos, los populismos, los dogmatismos, los esencialismos, la xenofobia… llueven por todas partes. Son granizadas provocadas por una indignación entendible, ante las respuestas equivocadas e injustas, de los gobiernos y los partidos tradicionales, dormidos sobre sus laureles, tumbados en la “chaise longue” de Rajoy según Peridis. Y debemos entender que esa indignación persistirá, mientras permanezcan las injusticias sociales que las alimentan. Hasta que los gobiernos reconozcan, que nos enfrentamos a una auténtica emergencia social. Que millones de ciudadanos, están perdiendo la esperanza de un horizonte atractivo. Entretanto persista esta injusta y desigual situación, existirá en nuestras sociedades, un importante número de votos de indignados, dispuestos a apoyar opciones populistas radicales, y líderes demagógicos que les prometan, todo lo que quieren y desean oír.

Con las encuestas de hoy en la mano, y aquí en España, me parece realmente difícil que en las próximas Cortes, emanadas del voto del próximo día 26, un solo partido tenga escaños suficientes, para gobernar por sí solo. Y es ante este posible panorama, que el sociólogo José Félix Tezanos, escribía en la revista “Temas”, sobre la posibilidad de un “bucle electoral recurrente”. Del cual sólo podríamos salir, vía una férrea voluntad de entendimiento, mediante el resurgimiento de la cultura del pacto, del denostado espíritu de consenso, que brilló durante las Transición. Pero no va a ser nada fácil.

Como veterano militante del PSOE, un pacto con el PP, por activa o por pasiva, dadas sus políticas nefastas y cínicas, en apoyo de los que más tienen, y su estructura infectada de corrupción, me parece impensable. ¿Y con Podemos? En un hipotético resultado electoral en el que nos sobrepasaran, a mí lo que me pide el cuerpo, y a muchos otros compañeros me parece, es devolverles el NO que nos estamparon en la cara, cuando la investidura de Pedro Sánchez. O dejarles gobernar, como manera de desinflar ese utópico globo, hinchado de propuestas demagógicas, irrealizables hoy en un mundo globalizado de soberanías compartidas Pero llevo demasiado tiempo predicando, que las decisiones políticas no pueden surgir de las emociones, entre otras cosas porque luego, el calentón de uno, lo pagan siempre los mismos, los más damnificados.

Así que, recuperemos la serenidad y la racionalidad política, y sentémonos a dialogar con Podemos. No será fácil ni cómodo. Primero porque se trata de un partido anti-acuerdo, por ideología, y por ser un totum revolutum, de no menos de una docena de organizaciones políticas diferentes (miremos, una vez más, lo que está pasando en Cataluña, con los amigos de la CUP). Segundo por la personalidad increíble de su caudillo: ególatra, mesiánico, autocrático (no busca el acuerdo, sólo exige sumisión, como se van a enterar muy pronto los compañeros de IU), voluble como las hojas en otoño (tan pronto es antisistema, como socialdemócrata) voceador irredento de propuestas irrealizables. Y porque ya ha evidenciado de sobra, que su único objetivo es hacer desaparecer al PSOE del escenario político. Y tercero, quizá lo más importante, porque ¿cuál es la responsabilidad primaria del PSOE? ¿permitir y/o compartir “cualquier” gobierno para salir del bucle, sean cuales sean las consecuencias? Responsablemente ¿se puede apoyar y/o estar en un gobierno que no tenga propuestas de política económica y social, que sean mínimamente creíbles y factibles? ¿Sería responsable, apoyar y/o participar en un gobierno que condujera a España, por la misma senda que Syriza ha conducido a Grecia?

Todas estas preguntas esenciales, deben ser contestadas antes de decidir un posible pacto. Pero bueno, como hubiera dicho Sandro Pertini, tengamos un “culo di ferro”; y sentémonos en la silla de la negociación, todas las horas que sean necesarias, para despejar las incógnitas que hoy tanto nos preocupan y asustan. Y luego que decida el Comité Federal y/o los militantes del PSOE.

Pues eso.