Formentera pretende ser el primer territorio balear sin coches de gasolina/gasóleo con el fin de alcanzar las emisiones 0 en transporte. Pero no podrá evitar que en su entorno marítimo naveguen cruceros como el “Harmony of the Seas”, que lanza a la atmósfera tanto CO2 como 8.600 coches. La manta de la contaminación es corta: o muestras la cara o los pies, no puedes tapar ambas cosas.

El pasado 3 de mayo se produjo un nuevo récord en el puerto de Palma: 8 cruceros que desembarcaron a 22.000 turistas, la mayoría de los cuales dirigieron sus pasos hacia la ciudad antigua. Notables viajeros de la primera mitad del siglo XX describieron - a su llegada a puerto con el vapor de Barcelona - la calma y la tranquilidad que desprendía la capital mallorquina. En 2016 está previsto que desembarquen más de 1,5 millones de pasajeros que invadirán las calles del centro y provocarán sensación de agobio y saturación.

[[{"fid":"48048","view_mode":"medio_ancho","fields":{},"type":"media","attributes":{"style":"float: left;","class":"img-responsive media-element file-medio-ancho"}}]]La población local de la zona alza su voz ante lo que considera un envilecimiento del bienestar vecinal. Se pide el control y la limitación de este chorro de turistas de chanclas, bañador y camiseta que los cruceros lanzan a diario hacia el concurrido eje Catedral – Cort – Plaza de Espanya. Los cruceristas se unen a los casi 13 millones de turistas que recibe el archipiélago balear, poniendo en franja roja su capacidad de carga durante el verano.

La avalancha de los cruceros genera la conocida dialéctica del beneficio: “Si echamos a los cruceristas, se irán a otra parte donde serán bienvenidos…”.  La Autoridad Portuaria ingresa anualmente unos 90 millones de euros por ello. El beneficio social es de gama baja y sobre el económico no hay cifras claras. Viejos comercios se transforman en heladerías y tiendas de souvenirs baratos, productos más solicitados. En bares se aprecia el cartel “WC: only customers” puesto que las necesidades fisiológicas de 22.000 turistas dan para mucho. “El beneficio no llega ni para la mierda que les limpiamos”, se argumenta.

Mallorca, al igual que Venecia, está ya configurando su propio síndrome. La necesidad de tomar cartas en el asunto de la saturación turística, hasta ahora “una tontería de cuatro chalados”, va calando gota a gota en la conciencia ciudadana.