Supongamos –solo es un mero suponer- que el próximo 26 de junio, cuando se celebren las nuevas elecciones generales, la concurrencia a las urnas es tan alta como lo fue el pasado 20 de diciembre –lo cual, todo sea dicho, me parece que es mucho suponer. En este supuesto, parece difícil que los resultados difieran de forma significativa de los de entonces, con lo que es de suponer que habría pocas variaciones en la composición del Congreso de Diputados.

En este supuesto –que solo es esto, una simple suposición-, ¿asistiremos a una nueva edición, tal vez corregida y aumentada, de las negociaciones entre las distintas fuerzas políticas representadas en el Congreso de Diputados o, como apuntaba semanas atrás en ELPLURAL.COM alguien tan responsable y serio como Luis Solana, iremos ya de entrada a unas terceras elecciones mientras Mariano Rajoy sigue unos meses más en funciones al frente del Gobierno del PP?

Supongamos –se trata, pues, de una nueva suposición- que el 26 de junio hay un descenso en la concurrencia a las urnas. Está por ver a quién puede beneficiar o castigar más el aumento de la abstención. Supongamos –es un simple suponer- que ocurriera lo que parece lógico, esto es que perjudicase más a quienes más reacios han sido a transaccionar para poder llegar a un acuerdo de investidura que garantizase una mínima estabilidad gubernamental y, por contra, este supuesto incremento de la abstención beneficiara sobre todo a quienes han transaccionado hasta llegar a un acuerdo abierto a otras incorporaciones. Pero la lógica no siempre se impone y supongamos que beneficiados y perjudicados fueran los contrarios.

Supongamos –y es una nueva simple suposición- que el 26 de junio se produce un aumento importante de la participación –algo muy difícil de suponer- y que esta mayor participación hace que las urnas den unos resultados significativamente distintos de los del 20 de diciembre.

Aunque se trate de una mera suposición, parece francamente difícil que esto ocurra. Pero puede suceder. En el supuesto que sea así, ¿no será ya necesaria una mayoría amplia y transversal y existirá una mayoría suficiente, de izquierdas o de derechas, de centro-izquierda o de centro-derecha?

Suponiendo que exista esta mayoría absoluta que garantice la estabilidad necesaria para gobernar –lo cual es mucho suponer-, ¿podrá acometer esta mayoría todas las reformas económicas, sociales, institucionales, territoriales y políticas que España requiere con urgencia?

Todo esto son puras y simples suposiciones. Las de un ciudadano harto ya de tantos disparates protagonizados por aquellos que deberían resolver nuestros muchísimos problemas colectivos –se supone que para ello están en política y les pagamos por ello.

 Alguien que no supone sino que afirma que los que dijeron poder y no han querido no solo nos han hecho perder el tiempo sino que encima han hecho posible que Mariano Rajoy siga unos meses más como presidente del Gobierno en funciones del PP. Y lo que para mí es aún mucho peor: pueden haberle garantizado la continuidad en la Moncloa después del 26 de junio.