Hace un par de semanas, necesitaba un coche para hacer un viaje. Así que llamé a mi hermana y le pregunté si me prestaba el suyo. La respuesta es obvia: cuando quieras. Un par de días después, recogí el coche, fui hasta León, regresé y se lo devolví. No firmamos ningún papel y, por supuesto, no hubo transacción económica de tipo alguno. Una situación muy normal que, probablemente ha vivido cualquier lector de elplural.

"Hay que luchar contra la brecha digital, porque supone una forma de exclusión social"

Pues eso es la economía colaborativa. Como explica Luis Tamayo, "no es nada nuevo, es algo que hemos hecho siempre, en nuestro entorno de confianza".

Cuál es la diferencia, pues, con el concepto actual de economía colaborativa? "La tecnología nos permite ampliar los círculos de confianza". La aparición de sistemas y plataformas que permiten "asignar una reputación" a determinados servicios o usuarios, hace posible que "ese modelo de compartición de bienes y servicios" sea posible. 

EL NUEVO CONSUMIDOR

"Al principio solo éramos consumidores. Después nos convertimos en prosumidores, porque podíamos generar contenido u opinar", explica Tamayo. Pero el salto cualitativo actual es mucho mayor. "Ahora podemos convertirnos en quienes prestemos un servicio, como realizar un trayecto u ofrecer un alojamiento". 

"Las empresas deben convertirse en plataformas para ofrecer productos y para dar la oportunidad a las personas para relacionarse"

La economía colaborativa se convierte así en un reto. "No sólo para sectores como el turismo o el transporte, que son quizá los que se han visto más afectados, sino todo el modelo económico". Tamayo afirma que las empresas tienen mucho que aprender. "Funciones como el marketing o los recursos humanos ya están asimilando muchos planteamientos de la economía colaborativa". 

El cambio es de mentalidad y de paradigma. "Es una nueva experiencia en la manera de relacionarte con quienes trabajan contigo". Y también una manera diferente de acercarse a los clientes. "Las empresas ya no pueden ser organizaciones que venden productos y servicios a los consumidores. Deben convertirse en plataformas para ofrecerlos y para dar la oportunidad a las personas para relacionarse".

LOS SECTORES MÁS AFECTADOS 

Esa evolución va a ser patente, más que en otros sectores, en el de fintech. "Porque afecta al dinero, que es el corazón del sistema". Aunque no es nuevo, porque el crowdfunding [financiación colectiva], por ejemplo, ya ha probado su eficacia, "hay nuevas iniciativas que van a ser muy disruptivas". Tamayo habla de bitcoin, pero también de otras innovaciones en materia de financiación entre particulares.

Son la punta del iceberg de una transformación mucho más profunda de lo que alcanzamos a ver. "Estamos en el nacimiento, acabamos de empezar. Pero viene una revolución silenciosa, son los que van a disrumpir al disruptor". 

EL MERCADO, EN LA BASE

Son muchos quienes asocian este tipo de modelos como una derivada de la oposición a la economía de mercado. Sin embargo, Tamayo discrepa. "No es algo contra el mercado, es una consecuencia de él. Se ha modificado el precio a raíz de la crisis y eso ha creado tensión entre la oferta y la demanda". 

"No hay vuelta de hoja. Los recursos se acaban y cada vez hay una demanda mayor"

En el fondo, se trata de una utilización más eficiente de unos recursos "que se agotan". Y no es una elección, sino la única opción posible. "No hay vuelta de hoja. Los recursos se acaban y cada vez hay una demanda mayor". 

Ese incremento en el consumo provoca también efectos en el medioambiente. "Se producen alimentos con criterios fabriles. Eso tiene dos consecuencias: que no se consumen en su momento óptimo y que se genera un volumen de residuos enorme". 

UN UTÓPICO CON LOS PIES EN EL SUELO 

Nos recibe en un coworking que sería la pesadilla del mismísimo Henry Ford. Un lugar en el que cada uno es de su padre y de su madre, pero comparten un espacio y unos servicios a un coste mucho más asequible que el de unas oficinas propias. 

Sueña con comerse un plátano en su punto óptimo de maduración, con una sociedad en la que el consumo venga marcado por necesidades reales y no por criterios de beneficios empresariales. 

"Debemos quitarnos las gafas del siglo XX"

Nos invita a "quitarnos las gafas del siglo XX. Estamos acostumbrados a las grandes inversiones, a la gran escala. Y hoy en día eso no es necesario". 

Sabe que no todo el monte es orégano. "Hay que luchar contra la brecha digital, porque supone una forma de exclusión social". Y, aunque entiende que hay gente que puede elegir vivir al margen de la tecnología, asegura que el proceso es imparable. "Es como decir que no te gusta el invierno. Pero es que, es así, no lo puedes cambiar". 

Luis Tamayo puede parecer un utópico. Pero lo único que hace es ver la realidad que tiene delante. Eso sí, con sus propias gafas.