En mayo de 2010, el Grupo Intereconomía empezó a hacer aguas. El que antaño se había convertido en un pequeño imperio mediático a mayor gloria de la ultraderecha empezaba a pagar con retraso las nóminas de sus trabajadores y en los pasillos de sus oficinas centrales -ubicadas entonces en pleno Paseo de la Castellana, una de las arterias más emblemáticas de Madrid-, ya se especulaba con lo que finalmente ocurrió: la puesta en marcha de durísimos Expedientes de Regulación de Empleo, el cierre de La Gaceta y el final de las emisiones en abierto en la TDT. 

Antes de que todo ello ocurriera, el grupo de comunicación decidió despedir a uno de sus fundadores, Enrique de Diego. El periodista, consciente de que la venganza es un plato que se sirve frío, decidió desvelar entonces los trapos sucios de Intereconomia y de sus principales comunicadores. Lo hizo en Dando Caña, libro en el que también enumeraba los principales accionistas del grupo de comunicación con el objetivo de identificar a los que a su entender habían llevado la empresa a la ruina. 

Accionistas de IntereconomíaAparte de Julio Ariza, presidente del grupo de comunicación, Enrique de Diego aseveró que Mario Conde y Rodrigo Rato formaban parte del accionariado de Intereconomía. Según de Diego, ambos acumulaban el 9% de las acciones del grupo y por tanto, eran igualmente responsables que Ariza de la crisis que atravesaba la empresa. 

Pero fiel a su estilo, en Intereconomía optaron por no hacer autocrítica y culpar de todos los males que atravesaba el canal a terceros. Sin ir más lejos, Julio Ariza identificó a los obispos -por poner en marcha 13TV- y a Mariano Rajoy -por incumplir su promesa de saldar las deudas que acumulaba con la televisión que conspiró contra Zapatero-, como los verdaderos artífices de las desgracias que padecían en la empresa.

Al ataque contra el PPLos accionistas del canal pasaron al ataque. Ariza empezó a presionar al Partido Popular exigiendo en público a Mariano Rajoy cumplir “las cosas que prometía en las frecuentes entrevistas en nuestra Casa”. Recordaba así que su grupo mediático había constituido “un núcleo de oposición y resistencia social y política que llegó a conseguir más de un 90% de notoriedad de marca en todo el territorio español” mientras “amigos de Rajoy como La Razón o Antena 3 disfrutaban de un pacto bien engrasado con Teresa Fernández de la Vega”. 

Paralelamente, Mario Conde dio forma al  'lobby' de 'indignados de cuello' blanco que había creado para presionar al PP al tiempo que ultimaba su salto a la vida política -el ex banquero quiso ser diputado por Galicia pero se quedó con un pírrico 1,1% de los votos-. Conde también volvió a desempolvar la teoría de la conspiración que explicaría su condenada por el Tribunal Supremo a veinte años de prisión tras cometer delitos de estafa y apropiación indebida. 

El pacto que nunca se sellóEn este contexto, Mario Conde intentó convencer a Rato de la necesidad de hacer un frente común para ajustar cuentas con el Partido Popular y de paso ayudar a Intereconomía. El pacto consistía en que Conde defendería la gestión de Rodrigo Rato en Bankia a cambio que el exministro del PP avalase su gestión al frente de Banesto y reconociese que su detención estuvo implicado José María Aznar. El grupo de comunicación daría cobijo a las acusaciones salvo que en Génova 13 reconsiderasen su falta de apoyo. De ahí que Conde no tuviese reparos en publicar sus pretensiones para demostrar al PP que la amenaza iba en serio. 

Pero la propuesta no pudo salir adelante. El periplo judicial de Rato se aceleró y su credibilidad disminuía a marchas forzadas según se iban conociendo los delitos fiscales que cometió en su etapa de cargo público. Intereconomia siguió desangrándose hasta convertirse en un medio de comunicación marginal cuya línea crítica y amenazas al Gobierno dejaron de preocupar en Moncloa. El punto y final de la historia se ha escrito este martes, cuando Conde ha vuelto a ser detenido por blanquear desde Suiza el dinero de Banesto.