Hace aproximadamente un año, el Gobierno decepcionaba al publicar una cifra de déficit del 5,8%, dos décimas por encima del objetivo del Programa de Estabilidad aprobado por Bruselas. La decepción se explicaba porque el dato apenas mejoraba en 6 décimas el registrado un año antes, pese a que la economía había pasado de caer un 1,2% en 2013 a crecer un 1,4% en 2014.

Es decir, en términos ajustado de ciclo o “estructurales”, el déficit había empeorado. Además, en 2014 el PIB nominal se había elevado estadísticamente (en 9.000 M) al incluir estimaciones de actividades antes no incluidas, como la prostitución, el juego o el tráfico de drogas. Un denominador mayor hacía más fácil el cumplimiento del ratio de déficit.

La decepción fue mayor al comprobarse que el ajuste de la Administración Central había sido prácticamente nulo (véase la tabla), recayendo buena parte del sacrificio en las CCAA y Ayuntamientos, pese al repetido mensaje político en sentido contrario. Finalmente, la decepción fue mayúscula al compararnos internacionalmente y comprobar que España alcanzaba el mayor déficit público de la eurozona y prácticamente el doble de la media europea (2,9%).

Hace un año el Gobierno de Rajoy dijo que el objetivo de déficit de 2015 se iba a cumplir con creces

Lejos de hacer una autocrítica que aliviara todas esas decepciones, el Gobierno se burló de esa desviación de esas dos décimas y, con la información disponible de los primeros meses de actividad de 2015, aseguró que el objetivo de déficit de 2015 (un generoso 4,2% del PIB) se iba a cumplir con creces. Y, de hecho, la evolución económica en 2015, en parte gracias a factores externos, habría ayudado y mucho a conseguir ese objetivo de reducción de 1,5% puntos.

El Gobierno no tenía prácticamente que “hacer nada” para cumplir el objetivo

En efecto, (I) la recuperación de la actividad económica (el PIB creció en 2015 un 3,2%, el triple de lo que lo hizo en 2014), (II) la caída del desempleo (por encima de lo presupuestado) y (III) la caída de los tipos de interés gracias a la implementación de una política monetaria decididamente expansiva por el BCE (QE) hubieran explicado por sí mismas una reducción del déficit de 1,9% del PIB, es decir, del 5,8% al 3,9%, cumpliendo con creces el objetivo de déficit para dicho año (el mencionado 4,2%). Es decir, que el Gobierno no tenía prácticamente que “hacer nada” para cumplir el objetivo.

Los analistas lo pronosticaron

Pese a ello, los datos de cumplimiento mes a mes del déficit señalaban que las cuentas no iban bien, y buena parte de los analistas económicos anticipaban que iba a haber desviaciones, algo que el Gobierno negó repetidamente, a veces de forma prepotente y socarrona. Buena parte de los analistas anticiparon que el déficit se situaría en el rango 4,6%-4,8% si no se tomaban medidas. En particular, resultaba preocupante el déficit de la Seguridad Social, que el Gobierno, en vez de abordar, lo tapaba gastándose buena parte del Fondo de Reserva acumulado en las legislaturas de Zapatero.

Y llegaron las campañas electorales, tanto de las municipales y autonómicas, como las generales. Para estas ultimas, el Gobierno anunció una alegre rebaja de IRPF para 2016, aunque finalmente decidió adelantarla parcialmente a 2015 para arañar unos votos. Esta gestión irresponsable fue criticada en octubre por el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. Lejos de tratar de tranquilizarle o al menos quedarse callados, el Gobierno de Rajoy montó un gran escándalo al acusar al Comisario de injerencia en la campaña electoral española, dado que el comisario pertenece al Partido Socialista francés (cree el ladrón que todos son de su condición, y cree el sectario que todos son de su vecindario).

Rajoy montó un gran escándalo cuando Moscovici cuestionó su gestión

La cifra de déficit de 5,2% del PIB, conocida ayer, además de desbordar las previsiones más pesimistas, resulta sonrojante por muchos motivos: el primero, porque supone un deterioro aun mayor del déficit “estructural” o “ajustado por ciclo”. El segundo, porque volveremos a ser el país europeo con el déficit público más elevado, pese a nuestro mayor crecimiento europeo. Tercero, porque deja al nuevo gobierno en una situación complicada de cara a Bruselas y los mercados. Y en cuarto lugar, y probablemente lo más relevante políticamente hablando, porque el gobierno español ha mentido a sabiendas, a los españoles y a las autoridades europeas.

Lejos de realizar un ejercicio de autocrítica y contrición, la rueda de prensa del ministro Montoro ha sido vergonzosa. Echa las culpas a las CCAA (la tabla de nuevo demuestra que no es así, y que buena parte del esfuerzo de reducción del déficit desde 2011 hasta 2015 ha recaído en las CCAA y Ayuntamientos) e incluso a los perceptores del gasto en medicamentos por el tratamiento de la hepatitis C. Curiosamente ese mismo Ministro había responsabilizado en exclusiva a Zapatero de la desviación del déficit de 2011, cuando todo el mundo sabe que buena parte de esa desviación se debió al inesperado déficit de las CCAA, muchas de ellas gobernadas por el PP, que afloraron déficit tras las elecciones autonómicas de 2011.

El Gobierno de Rajoy ha mentido a sabiendas, a los españoles y a las autoridades europeas

La regeneración política, que todos los españoles deseamos, hubiera dado un paso de gigante si ayer un ministro en funciones hubiera aprovechado su ultima rueda de prensa para reconocer su fracaso en la gestión de la política fiscal y su arrepentimiento por las mentiras de los últimos meses.