Manuel Milián Mestre, uno de los fundadores del PP, en el programa de 8TV



Els ponts trencats / Los puentes truncados es el ensayo que acaba de publicar el periodista y político Manuel Milián Mestre, en el que narra la deriva de desencuentros que ha llevado a la situación de enfrentamiento entre Cataluña y España. Tres puentes caídos que nos han conducido hasta aquí: el acuerdo de Jordi Pujol y Manuel Fraga para reactivar el estatuto de Nuria, el pacto de Pujol y Miquel Roca para incluir el concepto de “nacionalidad” en la Constitución y el consenso para traer de vuelta a Josep Tarradellas. “Todo eso se vino abajo con el golpe del 81 y vegetó durante la época de Felipe González”. Y así llegamos hasta los tiempos más recientes.

Normalmente, para explicar la situación actual, el relato de la derecha sólo se retrotrae a Zapatero y el Estatut. Pero usted va más allá y da mucha relevancia al papel de José María Aznar
Todo se va a pique en el año 2000 porque la rentabilidad que adquiere el señor Aznar gracias al pacto con el señor Pujol y a la buena acción de gobierno entre el año 1996 y 2000, que son los mejores años desde la Transición, lo acaba rentabilizando personalmente Aznar. Y lo quiere aprovechar en la campaña electoral. Al sacar mayoría absoluta, el señor Aznar ya no requiere formalmente la continuidad del pacto del Majestic. Y con un error, en mi opinión muy grande, con mucha falta de perspectiva a largo plazo, en ese momento retira la posibilidad de completar el pacto con el señor Pujol y se va a pique el tercer puente, originando todos los problemas graves que han surgido en la relación entre Cataluña y España hasta el día de hoy.

Y esa es la tesis de mi libro. El señor Aznar cometió un error estratégico fundamental, que fue no darle continuidad al pacto del Majestic. Porque se hubiera entretenido a Cataluña bajo el compromiso de Jordi Pujol, que aun siendo soberanista no podía publicitarlo porque estaba en concomitancia con el Gobierno central que, desde el punto de vista económico, a la Generalitat de Cataluña le venía bien.

Pero para llegar hasta el día de hoy hay mucho más camino

La deriva de todo esto es que hay un desentendimiento político desde el año 2000 hacia acá y ya no vuelve a formarse una entente. Porque después aparece el pacto del Tinell en 2004, donde el tripartito pacta entre ellos y excluyen de todo pacto al PP, con lo que el PP queda descolocado aún más. Hay dos tripartitos y los dos marginan al PP. En el segundo, ya la fuerza de ERC es muy grande y ERC es el anti-PP por naturaleza, porque significa lo contrario a la unidad de España.

¿Es a día de hoy Rajoy un baluarte que proteja la unidad de España?
No, no, en absoluto. Rajoy ha cometido un error enorme, muy grande, al no querer afrontar el problema catalán. Al no atender la hoguera, el fuego ha crecido hasta convertirse en un incendio que alcanza no sólo a la ciudad, sino a todos los bosques, las montañas, etc. Al no haber mandado unos bomberos para evaluar el daño desde el primer momento, y al haberse inhibido de la acción en los cuatro años, al cuarto año, cuando ha estallado todo, estamos ante un incendio incontrolable. Ahí hay una responsabilidad directa muy grande de Mariano Rajoy, porque no ha evaluado suficientemente el problema.

Tampoco ha querido afrontar el problema. Ha dejado siempre que circulara, bajo el pretexto de que los tribunales se lo resolverán. Y en Cataluña, los tribunales ya empiezan a ser el hazmerreír de la gente. Por lo tanto, es fallida toda la estrategia de Rajoy, porque era una estrategia de no acción, de esperar a que el nerviosismo de los catalanes acabaría con enfrentamientos internos que le harían el trabajo sucio. Y eso no se ha producido ni se producirá.

¿Y qué alternativas puede ofrecer el PP para arreglar el problema y que no pasen por Rajoy?
Creo que el PP tiene unos elementos internos que podrían provocar o proceder a un nuevo liderazgo que tuviera más consistencia y que contase con el beneficio de la duda. Porque claro, de un señor que ha demostrado que en cuatro años no ha querido intervenir ni actuar, a un señor que llega en esta coyuntura tan compleja, el beneficio de la duda va a favor del que llega. El nuevo al menos es una incógnita y, de momento, no puedes juzgarlo. Y esto es un beneficio a priori. A posteriori, si esta persona no tiene el talento necesario o las agallas suficientes, pues será otra frustración y otro fracaso como Mariano.

¿Y un gobierno de izquierdas ayudaría a tender puentes?
No, esto sería un problema serio para Cataluña. Cataluña es un país de clases medias, con una economía industrial bastante avanzada, que no está acostumbrado en los últimos 80 años a estar manejada desde la base más radical y obrerista, o más anarquista, llámalo como quieras. Y este hecho de que ahora aparezcan figuras del ámbito anarcoide-comunista-revolucionario acaba desconcertando a las clases medias y a todos los catalanes de las clases superiores. Con lo cual, en lugar de ayudar a desatascar el carro, acabará creando más anticuerpos al propio carro. Porque, naturalmente, a la gente en Cataluña no le gusta oír ciertas cosas ni escuchar ciertos discursos de Pablo Iglesias, porque no se corresponde con ellos. Y Podemos está funcionando con la lógica leninista y ahí es donde Pedro Sánchez se equivocaría muchísimo si pactara con estos leninistas. Si no hay posibilidad de pacto o es un pacto demasiado arriesgado, hemos de convenir que habrá un acuerdo para dejar gobernar al PP en minoría o nuevas elecciones.

Usted es de las pocas voces en la derecha que apuesta por el federalismo
Yo apuesto por lo que Maragall llamaba federalismo asimétrico, que dicho en palabras más clásicas se llama “confederación” o “confederalismo”. Porque yo creo que la nomenclatura política -el PP, el PSOE- tienen que acostumbrarse a que los conceptos no son sagrados, ni la Constitución es un dogma de fe. Y por lo tanto hay que adaptar el lenguaje a realidades superiores que pueden ser solución para casos graves. Y en este sentido yo creo que España no es que tenga que estar necesariamente confederada, pero si estamos ante un desafío de esta naturaleza y no se quiere intervenir directamente aplicando el artículo 155, lo más lógico es crear unas condiciones en las que el federalismo asimétrico, o algún caso de confederalidad, se pueda aplicar para conseguir la solución del problema catalán… y mañana del vasco. Porque si el nacionalismo catalán se sale hoy con la suya, mañana va a querer el vasco salirse con la suya.

Junto a otros miembros relevantes de la política, usted redactó una propuesta de tercera vía que entregaron a Rajoy. ¿Qué hizo el presidente con ella?
Nada, nada. Mariano Rajoy no ha hecho ningún caso de las sugerencias que le han llegado respecto a una tercera vía. Yo creo que a Mariano Rajoy le han confundido. Primero, los presuntos asesores que tiene expertos en Cataluña no lo son, no lo son. Yo conozco el tema catalán desde hace 40 o 50 años, yo me he mojado con Jordi Pujol, por lo tanto, no es que sepa cómo piensa, es que sé cómo actúan. Yo he hecho pactos con él y hemos tratado juntos temas importantes. Yo diseñé la operación para traer a Tarradellas aquí y estuvo negociando y hablando con él desde antes de que volviera. Ya en el 74, no en el 77 o el 78. Y todo esto es un background que el partido ha menospreciado. Aznar lo despreció y me hizo la vida imposible. Yo me fui en el año 2000 porque no estaba de acuerdo con su postura sobre Cataluña y Aznar tampoco parecía estar de acuerdo con mi autonomía de movimientos.

¿Y quién aconseja tan mal a Rajoy?
Bueno ahí hay varios. Está el ministro (Jorge Fernández Díaz), está [Jorge] Moragas, que ha sido bastante dañino en este sentido como jefe de Gabinete. Está [José Luis] Ayllón, secretario de Estado de la Vicepresidencia… es que ahí hay cuatro o cinco catalanes y no me entra en la cabeza como nadie le ha advertido que esa táctica del ausentismo y del tancredismo iba a ser un fracaso. No lo entiendo.